Una película de Mario Camus, con Emma Suárez y Olivier Martínez
Por gentileza de la empresa exhibidora Luis Martínez Sánchez, S.A. y de la distribuidora Filmax
CRÍTICA CINE
ANTONIO DOPAZO
Falta sólo algo de aliento vital en los fotogramas, porque todo lo demás que una adaptación tan compleja y delicada como ésta requería estar presente. La novela de Eduardo Mendoza, publicada en 1986 y que ha tenido ya más de 30 ediciones, ha sido traducida en imágenes por Mario Camus con notable dignidad, como el propio escritor reconocía. Se trata, eso sí, de una versión libre que no es demasiado fiel al texto.
Especializado en trasladar a la pantalla obras de nuestra literatura, con logros tan importantes como «La colmena» y «Los santos inocentes», Camus no ha estado en esta ocasión tan inspirado como en sus mejores films, pero tampoco ha desaprovechado la espléndida oportunidad que se le presentaba. Coautor también del guión, junto a otros tres colaboradores, la dificultad mayor de su trabajo estribaba en lograr una síntesis coherente del libro que no traicionase su contenido. Aun cuando quienes hayan leído aquél se sentirán, probablemente, perplejos ante las enormes diferencias de lo que ahora ven a lo que leyeron, lo cierto es que el espíritu del texto se conserva. Lo discutible es si se ha actuado correctamente a la hora de eliminar o reducr pasajes, algo inevitable a pesar de que la duración de la cinta se prolonga más de dos horas y media.
«La ciudad de los prodigios» es, por encima de todo, la historia de la andadura de un personaje ambicioso y arribista, curtido en el hambre y en la necesidad, que acabará sucumbiendo por entero ante la tentación del dinero.
El film, con algunos altibajos y con una Emma Suárez más en su sitio que el algo frío Olivier Martínez, ilustra la novela con evidente decoro, aunque se echa a faltar esa chispa vital que hubiera convertido un producto digno en algo verdaderamente notable.