Presentación por el profesor ANTONIO GIL OLCINA, ex rector de la Universidad de Alicante, de los libros:
– «Gobernar con una misma ley» de ENRIQUE GIMÉNEZ LÓPEZ
– «Catástrofe, economía y acción política en la Valencia del siglo XVIII», de ARMANDO ALBEROLA ROMÁ
– «La Audiencia borbónica del Reino de Valencia (1707-1834)», de PERE MOLAS I RIBAS
Con la intervención de los tres autores, profesores de la Universidad de Alicante y de la Universidad de Barcelona
ENRIQUE GIMÉNEZ CUESTIONA QUE EL FIN DEL FUERO SUPUSIERA UN PUNTO Y APARTE
J. HERNÁNDEZ
Estos tres libros suponen
una aportación
básica y tienen
una trascendencia enorme
para conocer mejor el siglo
XVIII en la Comunidad». De este
modo quiso terminar el rector honorífico
de la Universidad de Alicante,
Antonio Gil Olcina, la presentación
que realizó el lunes por
la noche en el Club INFORMACION
de las tres investigaciones
sobre distintos aspectos de la realidad
del territorio valenciano en el
siglo XVIII realizadas por los profesores
Enrique Giménez, Armando
Alberola y Pere Molas.
Sobre el libro «Gobernar con
una misma ley», de Enrique Giménez,
el primer rector de la Universidad
de Alicante destacó la finalidad
de la obra. «Salir al paso
de un tópico alimentado por la
añoranza foral, por el nacionalismo
valenciano, que considera que
la llegada de la Nueva Planta borbónica
supuso un borrón y cuenta
nueva. Aunque el derecho privado
quedó extinguido, la forma más
extendida de explotación de la tierra
y otras cuestiones perduraron
plenamente. De borrón nada».
El propio Enrique Giménez incidió
en la intencionalidad de su
obra. «Corren tiempos en que falta
perspectiva histórica y el pasado
se manipula por ignorancia o porque
otorga dividendos políticos. El
nacionalismo tiende a satanizar
aspectos del pasado. El final del régimen
de los fueros valencianos es
el que despierta más emotividad.
Hubo cierto intento de castellanizar
los reinos de la corona de Aragón
pero no se cumplió del todo.
No hubo una mera anexión ni asimilación,
sino que el régimen nacido
de la Nueva Planta tuvo una
complejidad en el terreno de la fiscalidad
y un perfil militarizado».
Clima y ley
Armando Alberola, en la explicación
de su libro «Catástrofe, economía
y acción política en la Valencia
del siglo XVIII», aseguró
que consultó fuentes poco explotadas
como informes de los corregidores,
de la capitanía general, de
los párrocos, de los médicos, e incluso
rogativas, «un instrumento
extraordinario que se utilizaba para
hacer frente a la sequía, a las
inundaciones, a los terremotos, al
pedrisco. El libro hace un seguimiento
minucioso de la climatología
de la época en estas tierras e
intenta demostrar que problemas
como la sequía y las inundaciones
no son contemporáneos».
Alberola hace un doble análisis,
económico y de mentalidad.
«Aparte de la labor que hizo la Intendencia
para remediar los males
que provocó el clima, he intentado
acercarme a la mentalidad colectiva
ante lo desconocido. El terror se
apoderaba de las clases populares,
con efectos psicológicos que derivaban
en temor y pánico de Dios,
con abandono de poblaciones, suspensión
de festividades y alusiones
a milagros». De esta obra Gil
Olcina destacó la referencia a la estrecha
relación entre clima, economía
y conflicto social en la época.
El tercer libro presentado en el
Club INFORMACION, escrito por
Pere Molas, es una investigación
realizada sobre los 130 jueces que
pasaron por el tribunal de la Audiencia
de Valencia desde 1707
hasta casi la subida al trono de
Fernando VII. «Un día entré en el
archivo del Reino de Valencia a
consultar fuentes para un estudio
del siglo XVIII y en base a los catálogos
del Real Acuerdo empecé a
elaborar la nómina de magistrados.
Pensé en hacerlo en un verano,
pero he tardado 25 años». Molas
buscó en numerosos archivos
datos de todo tipo para demostrar
cómo fueron cambiando los criterios
de selección de magistrados,
la disminución de la procedencia
universitaria y la procedencia de
otras esferas, como de corregidores
y del ámbito de la abogacía, el
papel del linaje, y los informes de
salud para impedir traslados no
deseados. «En aquella época hubo
muchos cambios de chaqueta, pero
el haber vivido la transición española
me lleva a no ser demasiado
severo con jueces que vivieron
tiempos muy difíciles».
