Dirigida por el británico Ridley Scott, producida por Steven Spielberg e interpretada por Russel Crowe
Por gentileza de la empresa exhibidora Vicente Espadas, S.A. y la distribuidora UIP
CRÍTICA CINE
ANTONIO DOPAZO
Un espectacular y
ambicioso retorno
al denominado cine
de romanos
después de un
cuarto de siglo de ausencia de las
pantallas. Hollywood ha tirado la
casa por la ventana, dedicando
un presupuesto de más de
18.000 millones de pesetas, a
una película que toma el relevo
de «La caída del imperio romano
» y, sobre todo, de «Espartaco
», recreando con toda su brillantez
una época fastuosa que
ha dado al cine títulos inmortales
y cuajados de oscars (desde «Quo
Vadis» hasta «Ben Hur»). «El
gladiador» supone, por otra parte,
la recuperación de un autor
que atravesaba el bache más preocupante
de su carrera, Ridley
Scott, que ha logrado configurar
de nuevo un universo específico
y singular como ya lo hiciera en
sus mejores trabajos, «Alien» y
«Blade runner», a los que no llega,
sin embargo, a igualar.
Desde los primeros fotogramas,
Scott ha querido impresionar
fuertemente al público,
abriendo la proyección con unas
terribles e impactantes secuencias
de guerra, entre las huestes
del Imperio y las hordas de los
bárbaros en los bosques germanos,
que marcan el tono de lo
que será el film, en el que priva
el factor visual y estético casi por
encima del dramático. La realización
adquiere niveles notables,
que contribuyen a que algunos
momentos de menor intensidad
no lleguen a pesar en el auditorio.
Lo que se echa a faltar, contrariamente
a lo que sucedía en
«Espartaco», es una emotividad
que hubiera sido el vehículo ideal,
entre otras, para las últimas
escenas, que resultan algo frías,
como buena parte del film.
Estamos en la Roma del año
180 después de Cristo, momento
especialmente delicado ya que se
plantea la sucesión del emperador
Marco Aurelio, ya muy anciano
pero con las ideas muy claras.
Tanto es así que ha decidido que
el nuevo César sea el general Maximus,
el más prestigioso de su
ejército, en lugar de su hijo Commodus,
al que no considera preparado
para esa responsabilidad.
La tecnología ha sido tan importante,
que el coliseo romano,
escenario de las luchas de gladiadores,
solo se construyó en una
tercera parte de su circunferencia,
componiéndose el resto mediante
soluciones informáticas
digitales. Es más, los 2000 extras
que se contrataron se convierten
en 35.000 en el propio circo.
Magnífica labor del neozelandés
Russell Crowe, nominado al
Oscar por «El dilema» y revelado
en «L.A. Confidential», que compone
un Maximus plenamente
convincente. La película está dedicada
a Oliver Reed, que incorpora
a Próximo, que falleció días
después de finalizado el rodaje.