Entrada libre
Sala de Exposiciones del Club INFORMACION
Avda. Doctor Rico, 17 – Alicante
Del 4 al 31 de Octubre de 2002
Abierto de lunes a viernes de 11 a 22 h.
Sábados, domingos y festivos de 10 a 14 h.
ENTREVISTA
ALFONSO ORTUÑO. Dibujante, caricaturista y pintor
«EL CUADRO TIENE VIDA PROPIA Y TE PLANTA CARA A VECES»
ÁNGELES CÁCERES
¿Cómo recaló en los Madriles?
De estudiante. Hice el selectivo de ciencias en Murcia, luego pasé a la escuela de arquitectura a Madrid y dejé sin terminar la carrera porque encontré un trabajo de dibujante en la agencia Alas de publicidad. Desde allí establecí contactos con la prensa y empecé a hacer caricaturas y esas cosas. Entré en Nivel, un periódico que duró un día porque se lo cargó Alfredo Sánchez Bella; el director era Manolo Martín Ferrand, aquello era El País diez años antes y eso no lo digirió el régimen. En fútbol, que era donde se sublimaba toda la épica nacional, salimos titulando «Los últimos hasta en fútbol» y claro, aquello no es que lo secuestraran, es que lo suprimieron del registro de empresas periodísticas, lo aniquilaron y nos quedamos todos en la calle. Vicente Verdú era uno de los redactores de nacional, Luis Carandell era cronista? había un equipo muy majo y muy variado. Ahí fue donde yo empecé, el 31 de diciembre del 69.
A quién se le ocurre elegir el último día del año?
Habíamos empezado en verano con el número 0. Pero en diciembre había venido de Nueva York Jesús Hermida para montar un telediario de la noche que se llamaba 24 Horas, y siguió con el programa Martín Ferrand, que me llamó. Yo le había propuesto un chiste gráfico diario pero él quiso probar con las caricaturas, y aquello pegó un bombazo; en el 73 hice la famosa baraja política, y he estado en televisión veintidós años, hasta el 92 que me echaron. Eso lo fui alternando con colaboraciones en revistas, una página en Diez Minutos, un chiste semanal en Tiempo? yo creo que en todas las revistas de Madrid. En Gaceta Ilustrada era media página vertical y eso sí era un follón, en cuanto usé la estatua de Colón de Barcelona y cuatro cosas más ya no sabía qué poner. Y recuerdo con mucho cariño al equipo del Hermano Lobo.
Allí lo debió pasar bien.
Bien y mal, nunca entendí por qué se cerró en plena euforia, un día José Ángel Ezcurra, que era el que mandaba, dijo que había que cerrar. Recuerdo una comida muy triste en Picardías con los brillantes de la página central, Paco Umbral, Cándido y Manolo Vicent. Estuve en todas esas aventuras pero a mí siempre me ha gustado la pintura, había hecho algunas exposiciones y una en mi tierra, «Una cierta Orihuela», que era un poco un homenaje a Gabriel Miró; hasta que llegó el deslumbramiento de Velázquez y pensé que lo mejor era acercarse a la esencia de la pintura. En el año 80, estando yo en Pueblo, hice en la sala del diario que se llamaba Art Press mi primera exposición velazqueña, y a la gente le gustó.
Pero esto no son monigotes, no se aprende a pintar así en un mes.
No, son más de veinte años de autodidacta, a veces yendo al museo del Prado tres o cuatro veces por semana. Tengo muchos amigos pintores pero lo más que te dicen es «lleva cuidado con el aguarrás que es muy traicionero», así que a base de equivocarte vas avanzando, pero todavía está muy lejos lo que hago de lo que quiero hacer. Nunca se sabe cuándo está acabado un cuadro. Hay una anécdota muy graciosa de Bonard, que fue uno de los pocos pintores, creo que sólo él y Toulouse Lautrec, que llegaron a colgar en vida cuadros en el Louvre, de un ujier que se fue espantado hacia un viejecito que se había ido directo a un cuadro pincel en mano, ¡pero qué hace!, y él: no, si es mío, es que está sin acabar. Bueno, pues eso pasa, el cuadro tiene vida propia; a veces te planta cara y la lucha es tan encarnizada que hay que dejarlo que descanse. Últimamente veo mucho en vídeo «El sol del membrillo» de Erice, que vivimos puerta con puerta, ahí está ese mismo concepto que Antonio López cuenta de su profesor de pintura cuando le miraba el cuadro y le decía: ¡más entero, más entero!
Así que Ortuño lo que de verdad se siente es pintor.
Creo que sí. Pero esto de pintar lo he llevado como clandestino, yo siempre hablo de Vittorio de Sica, que hizo Ladrón de bicicletas y Milagro en Milán y tenía que hacer el payaso en Pan, amor y fantasía y cosas así, que era donde ganaba dinero para perderlo luego haciendo lo que a él le gustaba. Es muy difícil vivir de la pintura si no eres un personaje consagrado.
Ya. Un chiste diario debe ser duro.
Mucho. Yo he llegado a hacerlo en dos periódicos a la vez y no se lo deseo a nadie; por cierto, uno era Mundo Obrero y el otro el Arriba estando de subdirector Salvador Jiménez, que murió el invierno pasado. Me estoy quedando sin amigos: Carandell, Felipe Mellizo, Anciones, Joaquín Vidal, Carmelo Bernaola? un desastre.
No se ponga triste, sigamos con la pintura.
Yo a Velázquez enseguida le vi la ironía, que en el siglo XVII había que dosificarla muy bien porque a la que te descuidabas te echaban encima el Santo Oficio. Y he tratado de pensar cómo se habría imaginado Velázquez las cosas en esta época, he intentado aplicar esa idea de lo pop y lo moderno, él se movía con la limitación de colores de las tierras de entonces y ahora los hay casi fosforescentes, por qué no usarlos.
Oiga, ¿cómo se las ha arreglado para conservar el acento de la Vega Baja?
Debe ser que está dentro. Llevo 42 años en Madrid pero mi mujer es de Orihuela, así que mi hija que es madrileña habla oriolano, en el colegio dicen ¡qué gracia tiene la niña! Desde que murió mi madre voy casi sólo por Semana Santa, me lo paso muy bien con los amigos, están allí mi hermana y mi hermano pero suelo venir más a Torrevieja. Lo malo es que ahora todas las ciudades están perdiendo personalidad y se están uniformando, y espérate con la globalización ésa, menos mal que yo ya me habré muerto.
¿Dónde está trabajando actualmente?
Estaba en la radio y me acaban de echar también, yo soy una de las personas que más han echado a la calle en España. En el sitio que más duré fue en televisión, después de estar veinte años haciendo caricatura política hubo una reordenación, me pusieron de auxiliar de escenografía, dije que yo allí no iba y me echaron. A lo mejor yo tenía que haber pedido una excedencia y una jubilación anticipada y llevarme a casa unas perronas, así me fui sin un duro.
Gajes de la honradez. ¿Recuerda alguna caricatura con especial cariño?
Algunas me ha emocionado hacerlas y sacarlas en aquella época era valiente, una fue la de Salvador Allende, la noche del golpe de estado de Chile hice un dibujo desgarrador. Y tengo algunas muy queridas, había un personaje que me fascinaba, Chu-en-Lai, le veía en la cara esa inteligencia oriental y cuando leí más sobre él me di cuenta de su dimensión, yo creo que ha sido el gran cerebro de Mao Tse Tung. Otras cabezas denotaban otras cosas, claro.
¿Se le ha cabreado gente?
Personalmente, nadie. Y ha habido desde Santiago Carrillo hasta Girón de Velasco, que tenía en su despacho mi caricatura que por cierto no le hacía demasiado favor, pero una ahijada suya que trabajaba en televisión me la pidió para regalársela, y hasta se la dediqué. La de Woytila tuvo gracia, llega de Roma Paloma Gómez Borrero cuando la estaba haciendo y dice, ¡ay, el Santo Padre, qué bien, si se la dedicas se la hago llegar! Así que voy y pongo: al Papa con afecto; pero a ella le pareció poco ceremonioso y tuve que cambiarlo. Hice un calendario que llevaba doce caricaturas de todos los campos y había naturalmente un cura que era Cassaroli, el secretario de estado del Vaticano. A todos les mandé el almanaque y el original y me contestaron muchos, entre otros Ronald Reagan. Don Joaquín Ruiz Jiménez me telefoneó muy cariñoso, pero el primero en contestar fue el Vaticano: Monseñor Agostino Cassaroli le agradece su felicitación y le manda una bendición para usted y su familia; la diplomacia vaticana es única. Poco después hice en Tiempo, estando de director Pepe Oneto, una serie sobre cómo se verían los grandes personajes españoles veinte años después. El primero era el Rey, que me contestó: aunque nunca sabe uno lo que será dentro de veinte años, por el momento no quiero contradecir a un dibujante tan excepcional. Por cierto la carta original me la birlaron y yo creo que la tiene Pepe Oneto, a mí me dio una fotocopia. Carrillo fue genial: lo que más te agradezco es que me consideres vivo dentro de veinte años. Don Manuel Fraga envió una tarjetita con cuatro palabras: ése no soy yo.
Y ahora que ha pasado el tiempo, ¿se parecen?
Adolfo Suárez está idéntico. Con el Rey me fui demasiado al padre, quedó más don Juan de lo que está él ahora. Y con Isabel Preysler nada, esa señora no envejece.
¿Y Sara Montiel?
No la puse. Sarita es una especie de ectoplasma que no se sabe muy bien lo que hay dentro, una cosa rarísima. Yo estuve un día con ella y Pepe Tous hace unos años en Antena 3, y al decirle que era de Orihuela me preguntó: dime cómo te llamas y te digo quién es tu familia. Y acertó, entre otras cosas porque vivía enfrente de casa y tenía amistad con mi abuelo.
Hablemos de la exposición que inaugura en el Club INFORMACION este viernes.
Está dedicada a Luis Carandell. Temblando estoy de irme a Madrid, aquí noto menos el hueco pero allí va a ser duro, han sido veinte años embebiéndome de su cultura, finura, educación y exquisitez. Una vez presentamos un libro conjunto en Murcia y va y me dice: tenemos que pasar por La Fuensanta, no nos vamos a ir sin despedirnos de la señora de la casa, te invito a verla. Aún no me lo creo, yo sabía que se moría y él también; lo llamé un día: el lunes voy a Madrid y nos vemos. Ya veremos, dijo. Y dos días después me llama Eloísa: Luis se ha muerto esta noche. Aparte de sentimentalismos él ha sido el alma de esto, él ha hecho que yo pinte. Todo se redondeó con una exposición en la Casa de Velázquez en el 99, había que verlo el día de la inauguración, parecía que la había hecho él. Habló con Perea y después lo hice yo, estoy empezando a cansarme de Madrid y quiero ir poco a poco echando pie en mi tierra.
De aquí a cuatro días lo vemos de Caballero Cubierto.
No, yo el único cargo que quiero en Orihuela es el de presidente de la banda de música.
Dicho queda. Ahora dígame algo de su infancia.
Nací en Orihuela en el 42 y estudié en Santo Domingo. Mi infancia fue muy feliz, entre otras cosas porque era el primer nieto de un abuelo muy caprichoso, recuerdo el día de la primera comunión vestido de marinero, que me llama en un aparte: ¿nos vamos a los toros? Y dejamos allí el convite y nos fuimos los dos. Yo vivía enfrente del río y veía a la gente con su caña, pescando barbos y anguilas; y por la noche en barca, dando serenatas. Luego estaba lo malo, los odios y los rencores de la guerra, he visto dar muchas palizas. Vivíamos en la subida de San Miguel, y allí detrás llegaba el 18 de julio y para celebrarlo sacaban de su casa a un rojo y entre tres o cuatro falangistas le daban unas cuantas bofetás para cumplir con la tradición.
¿Y cómo fue lo del amor?
Para casarme fui tardío. Un flechazo, me encontré de pronto a una persona madura, entera; sobre todo mi mujer tiene una fortaleza que a mí me falta, yo me abrumo. El día que te echan de un sitio llegas con la moral por los suelos y ahí está ella: no pasa nada, para alante.
¿Cómo se imagina de abuelo?
No sé, mi hija tiene 17 años. Supongo que un abuelo como todos, consentidor y blando.
Y regalándole cajas de lápices a los nietos.
Eso sí. Aunque luego no se sabe, a mi hija le tiraba el dibujo pero copiaba, no se enfrentaba al espacio; al final se ha inclinado por el deporte. Fíjate, en mi casa había una reproducción de Las Meninas y a mí el misterio de ese cuadro me fascinaba; tanto follón le di a mi padre con que quería verlo que a los doce años me llevó al Prado, tirándome de la mano de sala en sala. Antonio López dice que Velázquez te pone las cosas delante y ahí te las apañes, qué preciosidad; pues eso pasó, mi padre me colocó delante del cuadro y dijo: ahí lo tienes. Y me eché a llorar. Me quedé acojonao a los doce años, y acojonao sigo a punto de cumplir sesenta.
MUESTRA ARTÍSTICA EN EL CLUB INFORMACION
CUANDO VELÁZQUEZ SE HIZO POP
J. A. GIMÉNEZ
Una reinterpretación actual y colorista de los cuadros de Velázquez, «casi en clave pop pero siempre respetuosa», es lo que presenta la muestra «Varia Velazqueña de Ortuño», del pintor oriolano Alfonso Ortuño. Este conjunto, que se podrá visitar hasta el próximo día 31, fue inaugurado ayer en la sala de exposiciones del Club INFORMACION, espacio de exhibición artística que ayer cumplió un año.
Más de 20 años de dedicación a la obra de Velázquez convierten a Alfonso Ortuño en un experto en la producción pictórica del genial autor de «Las Meninas». «Siempre me cautivó la idea de reinterpretar sus cuadros. Lo que hago no es copiarle, sino estudiarle a través de la pintura», dijo ayer el artista.
El pintor y caricaturista oriolano, afincado en Madrid, inauguró ayer la exposición «Varia Velazqueña de Ortuño», en la sala del Club INFORMACION, que ayer precisamente cumplía su primer aniversario. La muestra, que permanecerá abierta al público con entrada libre hasta el 31 de octubre, reúne 39 cuadros en los que Ortuño ofrece una visión «actual» de las obras maestras de Velázquez, aportándoles un colorido que «él mismo habría utilizado de haberlo tenido entonces», indicó Ortuño, quien dedica esta muestra al fallecido periodista Luis Carandell, al que le unía una gran amistad.
No falta en estas revisiones pictóricas ése sentido del humor sin el que Ortuño considera que «no puede haber arte». «Yo siempre busco hacer una pintura entretenida, nada trascendente», aseveró el pintor. Ortuño ofreció una amena charla sobre anécdotas de la vida de Velázquez, justo antes de inaugurar la exposición.
«ALGO DE VELÁZQUEZ»
JOSÉ MARÍA PEREA
El 11 de noviembre de 1999 Luis Carandell intervenía en el Club de la mano de la Universidad Permanente de la Universidad de Alicante. Nos deleitó con una charla, «La cultura del ocio», plagada de erudición, anécdotas y simpatía hacia el numeroso auditorio. En medio del asalto final de de los asistentes nos dijo a Emilio Soler y a mí que quería hablarnos de Alfonso Ortuño.
Carandell nos contó esa noche que el artista oriolano expondría pocos días después en la Casa de Velázquez en Madrid una muestra pictórica bajo el título «Varia velazqueña de Ortuño». A los pocos días recibía el catálogo de presentación de la treintena de cuadros que se exhibirían en la sede cultural de la República Francesa en la Ciudad Universitaria madrileña. Bajo el epígrafe «Un oriolano en la Corte» trasladé a los lectores de INFORMACION del sábado 27 de noviembre unas notas deOrtuño y sobre esta muestra dedicada al pintor sevillano dentro de las conmemoraciones del cuarto centenario de su nacimiento.
Cuando hablé con Ortuño estábamos en obras en la sede del diario. Le anuncié que tendríamos una sala de exposiciones como parte de las dotaciones del Club INFORMACION y que la misma estaba a su disposición. Hace hoy un año, el 4 de octubre de 2001, se inauguraban el salón de actos y la sala de exposiciones. Alfonso vino un fin de semana para conocer la sala, donde se exhibía la muestra «60 años en las páginas de INFORMACION». Dedicó tiempo a los paneles -especialmente a aquellos de los años 40 de infancia en su Orihuela natal- antes los que, como su querido amigo Carandell, encadenaba mil anécdotas y curiosidades. Le gustó la idea de exponer por primera vez en la ciudad de Alicante y de mostrar a sus paisanos sus visiones velazqueñas. Luis compartía su ilusión y hacía votos para que concluyera los óleos que ahora se exponen en Alicante, que son casi el doble de los que pudieron contemplarse en Madrid en aquellos días finales del 99. El 29 de agosto moría el escritor catalán que llenó de inteligencia y humor tanto la crónica política como cuantas actividades acometió.
Para Luis Carandell, su amigo Alfonso Ortuño dio muestra, de muy niño, de su inequívoca virtud, pues apenas sabía hablar y ya dibujaba a Santa Justa y Rufina, patronas de su orihuelica, donde nació en 1942. Estudiante de arquitectura, pronto se decantó -desarrollando su clara vocación bohemia- por el mundo de la comunicación. Periodista gráfico ha trabajado en TVE y Antena 3 TV, así como en medios escritos -prensa diaria y semanarios- y radiofónicos (hasta hace pocos días, tertuliano en Onda Cero).
En 1970 expuso por primera vez en la Galería Juan de Juanes de Orihuela. Desde entonces, Avilés, Madrid (la Galería Art-Press, el Club Pueblo y la Casa Velázquez), Torrevieja y Lorca han visto colgar obra suya.
Alfonso Ortuño, con un reconocido prestigio como caricaturista, nos trae a Alicante «Varia velazqueña», interpretaciones y visiones del genial sevillano, el «pintor de pintores» que conquista a Manet como pone de manifiesto estos días en el Museo d?Orsey, en París, las huellas de la pasión del impresionista por el sevillano, que logra que «al lado de los suyos, todos los retratos parezcan pinturas cuando él logra captar la naturaleza misma». George Steiner escribe, en «Errata. El examen de una vida», que las variaciones temáticas, en música, literatura o pintura, «se esfuerza por transmitir el sentido de la fuente. Un espejo que se mira en otro y que intercambia la máxima cantidad de luz posible», añadiendo, a guisa de ejemplo, que: «En sus repeticiones miméticas, descompositivas, satíricas o patéticas, el arte de Picasso es un índice del arte del pasado. No encontramos lector más sutil de Velázquez o de Ingres que Picasso», afirma rotundo.