En colaboración con la empresa exhibidora Vicente Espadas y la distribuidora Alta Films
SINOPSIS
«Elsa & Fred» es una historia de amor tardío. Una historia de dos vidas que al final del camino descubren que nunca es tarde para amar ni para soñar. Elsa tiene 82 años, de los cuales 60 vivió soñando un momento que ya había sido soñado por Fellini: la escena de «La dolce vita» en la Fontana di Trevi. Igual, pero sin Anita Ekberg sino ella. Sin Marcello Mastroiani, sino con ese amor que tardó tanto tiempo en aparecer. Alfredo es un poco más joven que Elsa y siempre fue un hombre de bien que cumplió con su deber. Al quedar viudo, desconcertado y angustiado por la ausencia de su mujer, su hija le insta a mudarse a un apartamento más pequeño donde conoce a Elsa. A partir de este momento, todo se transforma. Elsa irrumpe en su vida como un torbellino dispuesta a demostrarle que el tiempo que le queda de vida -mucho o poco- es precioso y puede disfrutarlo como le plazca. Fred se deja llevar por el vértigo de Elsa, por su juventud, por su intrepidez, por su hermosa locura. Es así como Alfredo (o Fred, como le llama Elsa), aprende a vivir.
CINE CRÍTICA
ANTONIO DOPAZO
Las sonrisas se imponen sobre la tentación dramática, pero siempre con el firme sustento de la ternura y de la sensibilidad. Con un extraordinario aporte, por supuesto, de dos actores maduros que conquistan al auditorio, especialmente la sobresaliente China Zorrilla, desde el primer fotograma. No puede sorprender, por tanto, que «Elsa & Fred» divierta y emocione, y se convierta a la postre en un espectáculo lleno de vitalidad que impregna de su fulgurante luminosidad. Presentada en la reciente Semana de Valladolid, es un espectáculo que llega por igual a jóvenes y adultos.
Tercer largometraje del argentino Marcos Carnevale, conocido en España solo por el segundo, la comedia «Almejas y mejillones», que también rodó en nuestro país, esta historia de amor de dos seres maduros tiene el vigor propio de unos personajes que viven momentáneamente una segunda adolescencia. Como el propio realizador afirmaba, nunca es tarde para soñar, aunque eso sí, hay que darse cuenta de que estamos vivos y de que las ideas y los sueños no envejecen con los años. Elsa tiene 82 años, aunque se quita unos cuantos por su inevitable coquetería, y Alfredo solo unos pocos menos, pero viven su romance con la misma intensidad e ilusión de unos críos.
Alfredo hace solo siete meses que se ha quedado viudo y es un hombre apagado. Acaba de mudarse de domicilio y su nueva vecina es Elsa, una argentina también viuda que trata de abrirse camino.