DATOS DEL EVENTO

  • EMPIEZA
    07-03-2007
  • TERMINA
    01-01-1970

INTERVIENEN
NIEVES SIMÓN.
Miembro de la Plataforma Feminista de Alicante

MUJERES PARTICIPANTES EN ACCIONES FORMATIVAS DE LOS CENTROS DE FORMACIÓN DE PERSONAS ADULTAS

LOS CENTROS DE ADULTOS SUBRAYAN SU PAPEL EN LA IGUALDAD DE GÉNERO
ÁFRICA PRADO
Alumnos y, fundamentalmente, alumnas de las escuelas de personas adultas de Alicante participaron ayer en un acto celebrado en el Club INFORMACION con motivo del Día Internacional de la Mujer y organizado por la Mesa de los Agentes Sociales por la Formación de Personas Adultas.
Nieves Simón, perteneciente a la Plataforma Feminista y del Aula de Debate Feminista de la Universidad de Alicante, se encargó de presentar el acto y subrayó la importancia del derecho de aprendizaje y el deber de participación de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad.
En este sentido, destacó el «papel fundamental» que han jugado los centros de formación de adultos en el acceso a la igualdad de muchas mujeres, especialmente aquellas que superan los sesenta años de edad y no tuvieron los mismos medios que loas mujeres actuales para disfrutar de la educación.
«No hay más que ver que las aulas de estos centros, al igual que las de la Universidad Permanente, están llenas de mujeres. Quien no tuvo oportunidad de aprender entonces, lo hace ahora y con un ansia de aprendizaje enorme», apuntó Nieves Simón, quien añadió que la escuela «es el lugar privilegiado de aprendizaje por excelencia y una oportunidad de encontrarse con la enseñanza democrática».
Desde los centros de adultos indicaron que el perfil de las mujeres también ha variado y hoy se encuentran también muchas jóvenes que acceden al graduado escolar a través de esta alternativa educativa para mayores de 18 años. En el acto de ayer, además de proyectarse un corto con la opinión de varias reclusas, 18 alumnos y alumnas de los centros Paulo freire, Alberto Barrios, Giner de los Ríos y Tómbola participaron en la lectura de sus propios textos, que incluyeron poesías, relatos y pequeñas investigaciones.

ENTREVISTA A NIEVES SIMÓN – DOMINICAL 5 de junio de 2005
ÁNGELES CÁCERES

«AÚN SE CONSERVA LA INERCIA DE LA SUPREMACÍA DEL HOMBRE»

¿Se acaba el Feminario?
No, se diluye. Yo he sido la secretaria desde el principio y cerramos una primera vez sin dar de baja la asociación
en el año 89, cuando tuvimos que dejar la sede de San Fernando 39, que era de la CAM y compartíamos con las Amas de Casa y demás. Pero lo fundamental de la disolución, que es como me gusta llamarla porque nos disolvemos en otras cosas, ha sido la diáspora tremenda que hubo entre las propias componentes a partir de la
primera etapa de máxima formación. Pensamos que lo mejor era disolver el Feminario y que que dara como la asociación de formación y reflexión que siempre fue.

¿Y qué harán ahora?
Casi todas hemos seguido trabajando en los temas de mujer pero ya no de una forma conjunta como antes. Lo más interesante ha sido la apertura en la Sede de la Universidad de Alicante del Aula de Debate Feminista, donde hemos querido volcar nuestra experiencia pero que fuera un lugar completamente abierto a todas las personas, hombres y mujeres.

Hágame un poco de historia.
Empezamos con el movimiento democrático en Alicante, la primera convocatoria fue del MDM en el Club de Amigos de la Unesco, en el año 76. Más adelante estaba el Grup de Dones d’Alacant, y nos reuníamos en el AIS cuando los sindicatos abrieron los locales a otros usos democráticos. Pero tampoco nos integrábamos, el MDM y el Grup de Dones pertenecían a coordinadoras nacionales y nosotras queríamos reflexionar mucho y saber qué es lo que
había detrás, no solamente pelear por las leyes igualitarias. Empezamos en el Aula de Cultura con un seminario que se llamó Mujer y Sociedad con el sociólogo Ezequiel Ander Egg; nos encontramos con muchos grupos de mujeres de la provincia, se editó un libro y en él no figuramos, aunque contribuimos mucho a redactarlo y buscar información.

Pero otros lucieron los laureles.
Pues sí. Y pensamos que ya estaba bien de mediaciones y que era menester recabar un protagonismo, estábamos trabajando y queríamos enterarnos de cómo se hacían las cosas, cómo teníamos que pensar y decidir, qué queríamos hacer. Vino la antropóloga Marta Moya al Aula de Cultura en el año 79 y nos entusiasmó, era el trabajo intelectual que hacían los grupos de mujeres y en vez de llamarle seminario, que viene de semen, le llamaba feminario.

Y adoptaron la palabra.
Sí, y creamos el grupo; la representante de la UCD del primer organismo de mujer que hubo nos animó mucho a que nos constituyéramos como asociación y colaboramos también en los Debats sobre la situació de la Dona en
Valencia, gracias a eso logramos el localito de la calle San Fernando. Aunque en el Aula Carlos Mateo nos dio siempre cancha, y también Jesús Prado en INFORMACION, tener nuestra sede nos unió mucho. Bastante gente se
iba acercando al grupo, pero como nunca dimos carné, ni hicimos el alta ni los estatutos más que para cumplir con las obligaciones legales, muchas no se apuntaban aunque luego alrededor nuestro había un grupo amplio de mujeres. Sobre todo habíamos unas cuantas que siempre estábamos.

Déme algún nombre.
Birgitta Nordstrom, sueca, fue la presidenta durante casi toda la época y gracias a ella tuvimos muchísima información del movimiento internacional de mujeres, y acceso a materiales que aquí ni se soñaban; en aquella época leíamos todo lo que se publicaban sobre feminismo, el extra número 10 del Viejo Topo, el especial de
Ciudadano, Vindicación Feminista… Estaba Carmen Serrano, profesora de arte; Josefina Rodríguez Clavel; Isabel Rodes; Margarita García Del Valle, que había venido de Madrid y tenía muchos contactos; Purificación Tolosana; mi
hermana Elena, y yo. Luego hubo otra gente muy activa, Teresa Molina, Paloma Brotons, María Soler… hasta veintiséis personas.

¿Quiénes las entendieron más, las instituciones o la ciudadanía?
Nosotras nunca dimos carné, ni pertenecimos al Partido Feminista, ni a las coordinadoras estatales ni a las feministas independientes. Éramos un grupo de estudio y reflexión que trabajábamos muy cerca de las tesis universitarias que estaban despertando. En el Aula contactamos con las ilustradas, que les llamábamos, y nos alentaron desde el principio María Ángeles Durán en Madrid y Judith Astelarra en Barcelona; desde que iniciamos la colaboración con los nacientes cursos de la Universidad de Verano a través de Johann Galtum, que vino a cerrar uno de nuestros seminarios de la UNED, empezamos a contactar con todas ellas tanto de España como del extranjero. La verdad es que dificultades nunca hemos tenido, nuestra vocación siempre ha sido abierta, de estudio fundamentalmente, y ahí puedes coincidir. Y con las leyes democráticas muchísimo más porque la gente que legisla está firmando cosas que luego a lo mejor no se llevan a efecto, pero como ya están firmadas tú siempre puedes recurrir a la legalidad vigente.

Las tacharon de teóricas.
Aunque no paramos de hacer cosas prácticas. Trajimos en el 81 al Ayuntamiento la exposición de los 50 años del voto femenino; hicimos muchísimos trabajos de coeducación, el primero en todos los institutos de la provincia sobre división sexual del trabajo; seminarios, ponencias, cursos de verano de Benidorm, presencia en prensa. Publicamos «Elementos para una educación no sexista», el primer libro en España sobre coeducación que hoy está en la Biblioteca Virtual. Trabajamos con todos los organismos de educación, el Ice, Escolas de Estiu, los Cefires, universidades, ayuntamientos. Trabajamos todo lo que tenía que ver con la reflexión, nos parecía fundamental que la gente comprendiera de dónde veníamos, porque hasta hace cuatro días ha habido leyes que consagraban la superioridad masculina.

Y que nos alcanzaron de lleno.
Los padres nos tenían que autorizar para viajar, los maridos podían sacar dinero de nuestras cuentas, para la tarjeta de unos grandes almacenes te pedían la nómina del marido, no la tuya. Y se veía normal, como el título de ese libro sobre los malos tratos, «Mi marido me pega lo normal». La subordinación de las mujeres se debía a la inercia y a leyes antidemocráticas; y la prevalencia del feminismo es que tenemos una democracia muy incompleta. El mundo ha estado dividido: para el varón el espacio público, para la mujer el privado. Al tenerse que
ocupar ambos de los dos hay una verdadera incompatibilidad, porque los horarios laborales son rígidos y sin flexibilidad: no ha variado la estructura del trabajo.

Con cien euros para que la mujer se quede en casa, listo. Pero a un hombre no le ofrecen eso.
Los problemas de las políticas de mujer es que muchas veces no están lideradas por feministas que han estudiado la inciencia social de la incorporación de la mujer al mundo laboral: si no se cambia es imposible que ambos miembros estén ahí. Yo creo que los cien euros intentaban paliar de algún modo las ayudas por hijo, en las
que este país está a la cola. Para mí no sería ayuda a la mujer sino a la familia, mientras la crianza esté en su punto álgido.

Y cuando acabe la crianza estará el Alzheimer del abuelo, o el esquizofrénico que el Estado se ha sacado de encima para que lo vigile veinticuatro horas diarias su madre, su hija o su esposa.
Sí, eso es tremendo. Y la reflexión es necesaria para buscar soluciones, porque las desigualdades entre varones y mujeres son fundamentalmente cuestión económica. Para que los dos miembros de la familia puedan trabajar habría que hacer casi una revolución.

Esa no la ve ni mi tataranieta. Hablemos de violencia de género.
Bueno, tenemos la suerte inmensa de que los medios de comunicación, gracias al empeño de muchas mujeres periodistas, la estén sacando a la luz; aunque otras muchísimas cosas siguen ocultas. Gracias al trabajo incesante de abogadas, periodistas, universitarias y otras muchas mujeres, ya se consideran los malos tratos como un problema público, y no privado. Ahí ha estado el quid de la lucha, en sacar del ámbito privado lo que realmente no lo era. Es que culturalmente se conservan conceptos muy antiguos, la inercia de la supremacía del varón y la sumisión de la mujer.

En esa inercia se mueven muchos jueces. Y juezas, que es peor.
A mí me gusta más hablar de actitudes y comportamientos independientemente del sexo, pienso que el sexo tiene mucho menos que ver en cualquier actitud que la cultura que has recibido. Si perteneces a la cultura de la dominación, dirás esto se hace porque lo digo yo que soy el juez, o la jueza.

¿Y qué hacemos frente a esas sentencias que hielan la sangre?
También hay sentencias muy hermosas; nosotras peleamos por dos de ellas, una el sexismo en los juguetes y otra la incorporación de la mujer a las fiestas en Villena. Se ganaron las dos. Pero sí, existen jueces totalmente anclados en los prejuicios y estereotipos del pasado. Y también hay profesores así, que difícilmente enseñarán a los niños lo que es una convivencia en igualdad.

Y madres que en vez de enseñar a un niño a coserse un botón hacen que se lo cosa la hermana.
Ya lo creo. Y lo grave es que se emplean las mal llamadas esencias maculinas y femeninas como insulto, a la niña que juega al fúbol la llaman marimacho y al niño que coge un muñeca, nenaza. Yo tengo los marcadores de punto
de cruz que con seis años hicieron mis abuelas y mis tías abuelas, que están perfectos, y pienso: si les hubieran enseñado otra cosa la habrían hecho igual de bien.

Habrían sido ingenieras; pero no habrían encontrado marido.
El cambio cultural lo tenemos que hacer todos; y te diría que se tolera peor que un niño cosa, que el que una niña juegue al balón.

¿No será que a la sociedad le interesa que las cosas no cambien?
¡Pues claro! Alguien que como valor supremo tiene la máxima ganancia, ¿cómo va a querer renunciar al trabajo no pagado de millones de mujeres, que hacen que la máxima ganancia siga estando en sus manos? Mira, el feminismo es una doctrina revolucionaria; el que hayamos conseguido que los organismos internacionales, y muchísimos de nuestros gobiernos aprueben cosas, que yo en el fondo no sé muy bien ni siquiera si se han creído alguna vez o sabían la dimensión que tenían, nos lleva a que todos los cambios sean despacito. Todos se saben la letra, pero la música es otra cosa. El feminismo es una cultura de paz y el mundo está estructurado sobre una cultura de guerra, todos los presupuestos están hechos para justificar los cientos de miles de millones que se emplean en armamento y en guerras. Si todo eso se dedicara a la paz tendríamos dinero para hacer un cambio
cultural pertinente, un reparto de bienes justo y una convivencia pacífica. Pero el mundo no quiere esa convivencia, y mucho menos prescindir de las ganancias que seguirá obteniendo si el trabajo de las mujeres sigue quedando sin pagar. Hay cálculos de hasta el 60% del PIB, una barbaridad.

Dice la jota: «si las mujeres mandaran en vez de mandar los hombres, serían balsas de aceite los pueblos y las naciones». Claro que luego aparece una Margaret Teatcher y échate a temblar.
Lo importante sería integrar en pie de igualdad todo lo que ha permanecido en los mundos masculino y femenino para hacer un solo mundo, y que un hombre pueda dedicarse a su casa si quiere, y una mujer llegar a general o
a Papa, si es lo que desea.

Los hombres no cederán espacios de poder: nos ponen topes.
Sí; a mí a los 23 años mi jefe me dijo: si usted llevara pantalones estaría dirigiendo esta empresa. Aquello fue un reto personal y no paré hasta lograr dirigir, fue con casi 50 años en un laboratorio de productos farmacéuticos y allí demostré que se podía ejercer el poder de otra forma.

Venga, hablemos de usted.
Soy de Alicante por los cuatro costados; cuando mi padre se jubiló del Ayuntamiento ya llevaba mi familia en él 120 años, y aún sigue mi hermano. Empecé a trabajar en Radio Popular, que no era lo que es ahora y peleábamos contra la censura todos los días; nunca me gustó la enseñanza reglada, así es que yo me hice en el
trabajo desde los 18 años. Cuando decidimos casarnos mi novio y yo tuvimos que cambiar de empleo porque la radio estaba muy mal pagada, y me dediqué a vender pisos y apartamentos. Luego trabajé en más cosas. Me he casado dos veces, soy madre y estoy muy bien y muy a gusto con mi pareja.

Ponga el broche a la entrevista.
Lo haré con la regla sueca de las tres erres, que sirve para testar el grado de igualdad de oportunidades.
1) Realidad: quién hace qué.
2) Representación: quién ostenta el poder y tiene la autoridad.
3) Recursos: cuánto se dedica a paliar la situación. Es sencillo, ¿verdad? Pues eso es el feminismo.

Datos informativos

Fecha inicio : 07-03-2007
Organiza : Mesa de los Agentes Sociales por la Formación de Personas Adultas

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