Interviene
Marie-Helene Brousse. Psicoanalista. Psicóloga Clínica. Miembro de la Ecole de la cause Freudienne (París). Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Agregada en Filosofía. Doctora en Psicoanálisis. Profesora del departamento de Psicoanálisis de la Universidad de París VIII.
Presenta
Óscar Ventura. Psicoanalista. Escritor, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (ELP), responsable de docencia del Instituto del Campo Freudiano
ENTREVISTA A MARIE-HELENE BROUSSE
Por JUANI HERNÁNDEZ
«NO HAY GENTE NORMAL, TODOS TENEMOS UNA FOBIA, UN TRASTORNO O UNA MANÍA»
¿Por qué antes se asociaba enfermedad con maldad?
La moralidad de la sociedad anterior corría a cargo de la religión. Los historiadores han demostrado que las enfermedades, cuales fueran, en este tipo de discurso pasado eran interpretadas como un castigo de Dios al pecado. El enfermo era siempre un pecador.
¿Y esto cuando cambio?
Según escribió Freud en 1929 en «Malestar en la cultura», lo que reemplazó a la religión para definir lo malo fue la psicología. Su teoría era en cierto modo al revés. Con Freud lo malo era signo de la enfermedad mental. Eso se ha demostrado con la presencia de psicólogos en todos los ámbitos de la vida, en las escuelas, en los trabajos, con la formación psicológica de jueces y magistrados, de tal manera que hoy en día la moralidad es arreglada por la psicología. La enfermedad ha venido a reabrir el campo de la moral aunque desde Freud han pasado 90 años y estamos ante otro cambio de paradigma de la conciencia, reemplazada por la salud pública.
¿En qué sentido?
Tiene uno de sus ejes fundamentales en la definición de los lazos sociales. Primero lo malo era pecado, luego enfermedad mental, término que se inventó en 1802, y ahora se cree que tiene más que ver con la genética y que no se puede curar pero sí ser prevenido. En Francia estamos ya en esa dinámica de prevención, entrando en los jardines de infancia para hacer informes desde que los niños tienen tres años para diagnosticar si pueden padecer enfermedades peligrosas o no. Porque todo empieza en lo maternal.
¿Tiene que ver con el avance de la ciencia?
Sí, porque empieza a ir más allá del concepto de enfermedad, cuya noción implica curación. Sin embargo, la noción de trastorno o problema genético implican prevención y selección científica, un poco como se hace con los embriones congelados. Los cambios de conciencia moral a menudo tienen relación con la evolución de la ciencia, lo que también tiene consecuencias en la vida cotidiana. Si consideramos, por ejemplo, que un esquizofrénico no se puede curar las aseguradoras nunca lo tomarán a su cargo.
¿Cómo ve el caso del joven que mató a 7 personas en Francia?
Me sorprendió escuchar en la radio a los expertos porque no lo consideraban un enfermo y lo era claramente. Sufría trastornos de psicosis. El significado de terrorista es una afirmación que pertenece al discurso político del poder. Tiene su coherencia pero no todo el mundo puede volverse terrorista y matar a siete personas. La clave está en el desarrollo del chico, se ve que en sus relaciones existían fuertes fragilidades.
¿Dónde está la inflexión?
Cada uno de nosotros, si nos buscamos bien dentro, tenemos un síntoma, una pequeña fobia, un trastorno alimentario, una manía, unas ideas algo raras o miedo a la enfermedad. Realmente son síntomas porque no hay gente normal. Una manía puede ser llamada por un analista neurosis obsesiva y por otros trastorno obsesivo del comportamiento. En psiquiatría la manía es hiperactividad. Pero son parte de nosotros, suelen no molestar y normalmente no pasa nada.
Estamos en crisis. ¿Hay ahora más enfermedades mentales?
Es un lazo mundial que toma distintas formas en distintos lugares. A mi entender, en estos momentos las personalidades más frágiles son las que salen más tocadas. La pérdida del trabajo y del status de vida puede generar una angustia diaria con más consecuencias cuando uno tiene un equilibrio frágil. No afecta tanto a la gente con organización psíquica fuerte, caen los frágiles que no pueden adaptarse a las nuevas condiciones de cambio o pérdida.
¿Se abusa de la medicación para la enfermedad mental?
No hay por qué privarse del uso de medicación razonable, que no es el que se hace generalmente, sino empujado por la industria farmacéutica y por el deseo de los pacientes de no sufrir. Sería una tontería estar en contra del uso de medicación para pacientes melancólicos sin ganas de vivir, para ellos es una necesidad que no va más allá de quitarle los pensamientos suicidas. Porque también necesitan una relación de palabra con alguien que pueda escucharles.