Intervienen
Miguel Lorente Acosta. Médico forense y profesor de Medicina Legal, Toxicología y Antropología Física de la Universidad de Granada. Fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género (2008-2011), adscrito al Ministerio de Igualdad. Trabajó en el análisis forense de la Sábana Santa
Modera
Sefora Bou. Coordinadora de la Plataforma Feminista de Alicante
Presenta
José González Asencio. Miembro de la Sociedad Benéfica Constante Alona
MIGUEL LORENTE ACOSTA
Médico forense y profesor de Medicina Legal, Toxicología y Antropología Física de la Universidad de Granada. Fue Delegado del Gobierno para la Violencia de Género desde 2008 hasta 2011, adscrito al Ministerio de Igualdad.
Doctor en Medicina y Cirugía y Médico Forense por oposición desde 1998. Profesor Titular Habilitado de Medicina Legal de la Universidad de Granada, es especialista en Medicina Legal y Forense y, Máster en Bioética y Derecho Médico.
Fue Director del Instituto de Medicina Legal de Granada y Coordinador General de los Institutos de Medicina Legal de Andalucía. Desde diciembre de 2006 a 2008 fue Director General de Asistencia Jurídica a Víctimas de Violencia de la Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía. Posee numerosas publicaciones dedicadas especialmente a la violencia contra la mujer, a bioética y a análisis del ADN.
Ha trabajado en el análisis del ADN en identificación humana, el análisis forense de la Sábana Santa, y en el estudio de la violencia, de manera muy especial de la violencia de género, circunstancia que le llevó a que le nombraran Delegado del Gobierno para la Violencia de Género.
Libros: «Mi marido me pega lo normal», «Los nuevos hombres nuevos: cómo adaptarse a los tiempos de igualdad», «El rompecabezas: anatomía del matratador», «Agresión a la mujer: maltrato, violación y acoso», «La mano del predicador», «42 días».
EL POSMACHISMO COMO NEGACIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Miguel Lorente Acosta
La historia está llena de negaciones, y la negación siempre se produce sobre una verdad. La mentira no necesita ser negada tanto como desmontada en su falacia, y ello se consigue antes con la demostración de la verdad que trata de esconder que insistiendo en la falsedad defendida.
La violencia de género ha sido el aglutinante que ha permitido unir el debate de la igualdad con las acciones para erradicar la desigualdad, o lo que es lo mismo, ha sido el elemento que ha mostrado las consecuencias de la desigualdad de manera directa y desnuda de argumentos y justificaciones. Hasta hace unos pocos años los casos de violencia de género eran presentados como producto de determinadas circunstancias (alcohol, drogas, desempleo, inmigración?) o de determinados hombres (con alguna enfermedad mental, trastornos psíquicos, hombres violentos en general?), todavía hoy existe un porcentaje de la sociedad que mantiene esta visión tradicional, pero la concienciación y la información ha hecho que toda la sociedad conozca que detrás de los casos de violencia de género que aparecen en los medios hay toda una historia de violencia, y que esa historia de violencia nace de una cultura que lleva a que muchos hombres consideren que la agresión es un recurso admitido para mantener el “orden” que ellos consideran adecuado para su relación o familia. Y que todo ello es consecuencia de la cultura de la desigualdad.
Lo que la sociedad cuestiona y combate ahora no sólo son los resultados de la desigualdad, sino que también trabaja para erradicar la propia desigualdad. Esta situación conlleva un cambio de valores y referencias, y una pérdida de privilegios en quienes habían mantenido la posición de superioridad en esa organización de la sociedad.
Los avances en igualdad han dado lugar a resistencias, y el posmachismo nace de esa crítica a la igualdad buscando defender lo que históricamente ha hecho el machismo tradicional (que sigue estando presente), pero cambiando de estrategia.
El posmachismo no propone nada alternativo a la igualdad, se limita a criticar todo lo que se hace en nombre de ella y todo lo que ataca a las posiciones del machismo. No busca una nueva referencia ideológica, tan sólo generar la duda en quien escucha las propuestas de igualdad. La duda se traduce en distancia, la distancia en pasividad y la pasividad, ese no implicarse a favor de la igualdad, hace que todo continúe bajo las mismas referencias existentes, que son las del machismo. Esa es su estrategia
Por ello la violencia de género, que ha sido el aglutinante principal del cambio social, necesita ser cuestionada y desmontada en su esencia. Nunca se negarán los casos, eso es imposible, pero se dirá que se han debido a esos factores puntuales que afectan a algunos hombres y circunstancias. Y para cuestionar su realidad necesitan desmontar la dimensión y el significado de esta violencia dirigida específicamente a las mujeres, por eso hablan de denuncias falsas, dicen que los hombres también sufren violencia, comentan que todas las violencia son importantes (las de las mujeres, la de los hombres, la de los niños, la de los ancianos?), mezclando el resultado para ocultar el origen y significado de cada una de ellas. La situación es similar a defender el tratamiento de las hepatitis como tal afección hepática, sin reconocer si se trata de una hepatitis tóxica, metabólica o infecciosa. Y si es infecciosa si la ha producido un virus o una bacteria. Y si es un virus averiguar si ha sido el de la hepatitis C, el de la B o cualquier otro? Todos los casos son hepatitis, pero cada uno de ellos se ha producido por causas y en circunstancias diferentes que tienen que ser abordadas para resolver los casos, no sólo para mejorar algo la sintomatología.
Esa aproximación es la que hay que aplicar a la violencia de género y a la desigualdad que la produce, pero el posmachismo quiere impedirlo con su nueva estrategia. De todo esto hablaremos en la conferencia para poner en evidencia esa estrategia y para mostrar que nada es casualidad, ni la presencia histórica de la violencia contra las mujeres, ni las resistencias a su erradicación.
MIGUEL LORENTE ACOSTA: «LA CRISIS DIFICULTA QUE UNA MUJER MALTRATADA INICIE UNA NUEVA VIDA»
Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, critica que los sectores tradicionales de la sociedad se opongan por sistema a avances como la pérdida de autoridad del hombre.
¿Algún día se hablará de la violencia de genero en pasado?
La violencia de género desaparecerá cuando decidamos. Sólo hace falta que se apueste por trabajar todas las causas que dan lugar a ella. Pero no lo veo cercano.
Ha venido a Alicante a hablar del «posmachismo como negación de la violencia de género».
El posmachismo cuestiona todo lo relacionado con la igualdad, con los avances, es una nueva estrategia del machismo. Ellos juegan con la neutralidad, se mantienen como algo diferente al feminismo. Dicen que hablan tanto para hombres como para mujeres y defienden que todo siga igual. Además, buscan en apariencia objetividad. Por ejemplo, para ellos todas las sentencias de violencia de género no condenatorias son denuncias falsas. El posmachismo es una reacción a los avances en materia de igualdad. El posmachista aboga por cambiar para seguir igual. Siempre se ha cedido en la parte superficial, pero manteniendo la referencia de autoridad del hombre.
¿España es una sociedad especialmente machista?
España es machista, como lo es el resto de Europa y del mundo. La desigualdad, que es la consecuencia social del machismo, es algo que aparece en todos los países del mundo, incluso en las sociedades más igualitarias como Escandinavia, donde existe una tasa alta de violencia de género. Aunque todos los estados del mundo son machistas, España es de los que más ha luchado contra ello. Por todo eso, existe una reacción de los sectores tradicionales y en los que buscan seguir manteniendo sus privilegios.
¿La situación no cambia con las nuevas generaciones?
No cambia lo suficiente. Estamos hablando de cultura, no de un programa de un partido político. La cultura significa que la identidad de ser hombre y mujer se configura a partir de esos valores asentados en la sociedad. Esos jóvenes actúan según creen que los demás esperan que lo hagan. Y eso no se ha modificado, porque se necesita mucha inversión en educación y continuidad, no solo se debe hablar de violencia de género dos días al año: en el Día de la Mujer y en el Día Contra la Violencia de Género. Ese cambio se debe conseguir con el tiempo, pero ahora estamos siendo testigos de una reforma educativa con la Ley Wert que elimina la asignatura -Educación para la Ciudadanía- que debería canalizar esos derechos de convivencia.
¿Cree que es un paso atrás?
No creo que sea un paso atrás, sino un salto y con impulso.
¿Por qué se habla menos de la violencia de género?
Influyen múltiples aspectos. Ahora todo está muy mediatizado por la crisis, que también afectará a la violencia de género a largo plazo, porque todo lo que no se esté trabajando ahora se manifestará en violencia. También es fundamental para esa visibilidad que antes, desde el ministerio, se ofrecía mucha información al respecto, aportábamos datos todos los meses y eso mantenía un interés informativo. Así conseguíamos que no sólo se hablara de la violencia de género por las víctimas. Ahora existe menos información y eso conlleva menos interés.
Dice que la crisis afectará a la violencia de género…
Sí. Por un lado, los factores de carácter económico se consideran estresantes sociales, no generan la violencia pero sí agravan la violencia existente. Igual que ha aumentado el paro por la crisis, no podemos decir que aumenten los homicidios por la crisis. No es una consecuencia directa. Pero la crisis dificulta que la mujer inicie una nueva vida fuera de la violencia. La situación actual se traduce en más violencia de continuidad.
Y la desigualdad, ahí sigue…
¡Y tanto! Desde el nivel coloquial, con las actitudes, hasta el nivel más social, que pasa por la cosificación de la mujer, por su sexualización o la valoración de su estética. Se sigue pensando que la mujer utiliza su libertad para ir en contra de los hombres.
De la provocación en la vestimenta se ha hablado mucho por un reciente reportaje de TVE.
Parece que la mujer provoca con la vestimenta, pero si un hombre se acorta o se estrecha la ropa lo más que hace es convertirse en un hortera, nunca se le acusa de provocar sexualmente.
¿Perderá la mujer libertad con la futura Ley del Aborto?
Esa Ley defenderá la incapacidad de la mujer para tomar decisiones. Creo que se puede criticar a una mujer por abortar, si no se comparte esa decisión, pero es terrible que no se permita que una mujer decida sobre el desarrollo de su embarazo. Se puede rechazar la decisión, de acuerdo, pero respetando la libertad, la dignidad y la autonomía de la mujer. La actual Ley no obliga a nadie, mientras que la futura impone un criterio único a la sociedad.
También existen críticos a la clonación humana.
Todos los avances científicos son buenos o malos según se usen. El trasplante de órganos, que está salvando vidas, se puede utilizar para el tráfico de órganos, pero no vamos a prohibirlo porque haya gente que haga un mal uso. La clonación puede salvar muchas vidas y resolver problemas para los que ahora no tenemos solución. No debemos rechazar el progreso científico, hay que trabajar con todo el potencial que tenemos en nuestras manos.