Conferencia que, en colaboración con la Cátedra «Jean Monnet» de la Universidad de Alicante, se enmarca dentro de las Jornadas Internacionales sobre «Modernización, democracia y comportamiento electoral en Europa»
INTERVIENE:
MIGUEL MARTÍNEZ CUADRADO. Catedrático de Derecho Constitucional de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense (Madrid)
PRESENTA:
BENJAMÍN OLTRA MARTÍN DE LOS SANTOS. Catedrático de Sociología de la Universidad de Alicante
«EUROPA AFRONTA SU PROCESO CONSTITUYENTE EN UNA FASE DE CRISIS DE EXTENSO SENTIDO»
J. M. P.
La vieja tensión en la construcción europea, entre el pensamiento federalista del español Salvador de Madariaga -«es preciso que Europa sea federal… pero no demasiado»- y el funcionalista del francés Jean Monnet, resurge en estos momentos con nueva fuerza, en opinión del profesor Martínez Cuadrado, cuando la Unión Europea, tras la reciente Cumbre de Madrid, afronta «un verdadero proceso constituyente en sus instituciones, en sus políticas y en las dimensiones de los viejos estados nacionales».
Para este catedrático de Derecho Constitucional -del que en la presentación por el profesor Benjamín Oltra se recordó tanto su compromiso intelectual durante casi treinta años como su paso por la política, como diputado al Congreso por el CDS- «sólo las fuerzas políticas emergentes que representen adecuadamente a las exigencias ciudadanas, llevarán a superar esa tensión y la crisis que desde 1989 se vive en Europa cada vez con mayor intensidad, como ponen de manifiesto un país tras otro: Italia, Dinamarca, Inglaterra, Francia, España y hasta la propia Alemania».
Polos de tensión
Martínez Cuadrado, que ha colaborado con el actual ministro español de Asuntos Exteriores, Carlos Westendorp, en los trabajos del grupo de reflexión que ha elaborado el documento de la Conferencia Intergubernamental que se abrirá en Turín la próxima primavera, sostiene que en dicha Conferencia se encuentra el diseño del proceso constituyente europeo, «pero han de ser los propios ciudadanos de la Unión, directamente y a través de sus representantes políticos, quienes se ocupen de ese destino» contribuyendo a que entre todos «el diálogo supranacional se abra paso ante las frustraciones del diálogo habitual intereuropeo».
En su opinión, nos encontramos ante «una crisis de extenso sentido en Europa», donde vuelven a alzarse los clásicos espectros del europesimismo. «Cada vez que, cíclicamente, se entra en un proceso de crisis, los elementos diálecticos entre las viejas naciones-estado y el creciente entramado institucional de la Unión Europea aparecen como dos polos de tensión. Esta polarización se acompaña, además de una suma de reivindicaciones ciudadanas incluso frente a los resultados que registran los abundantes procesos electorales».
La confrontación se produce entre la tendencia al consumismo y las exigencias de austeridad, entre la demanda de extensión del Estado del bienestar y el malestar de los grupos excluidos o disminuidos en sus niveles económico-sociales, entre los nuevos órganos de poder corporativo, económicos o de la comunicación, entre igualdad y meritocracia, entre sociedad civil y administraciones públicas.
En su opinión, todo ello lleva a la germinación de unas revisiones del Estado, la reforma del mismo y de los tipos de sociedad europea ante los nuevos retos del Este o del Sur.