Por gentileza de la empresa exhibidora Vicente Espadas, S.A. y de la distribuidora Alta Films
Dirigida por José Luis García Sánchez
Protagonizada por Juan Luis Galiardo y Juan Echanove
CRÍTICA CINE
ANTONIO DOPAZO
La colaboración entre García Sánchez
y el guionista Rafael Azcona
sigue dando frutos más que estimables.
Aunque se prolonga ya
bastantes años, ha sido a raíz de la
serie que inició «Suspiros de España(
y Portugal)», continuada con
«Siempre hay un camino a la derecha
», cuando ha alcanzado su mayor
brillantez. De hecho esta película
puede entenderse como una
tercera entrega, puesto que se vale
de los mismos personajes, Juan Peñasco
y José Cardoso, aunque centrándose
de forma casi exclusiva en
el primero. Acercamiento a la figura
de un Don Juan en decadencia,
es una historia que desprende a la
vez humor, ironía y capacidad crítica,
pero que deja tras de sí un poso
amargo.
Con un Juan Luis Galiardo magnífico,
que fue premiado en el Festival
de Málaga, el prototipo del
conquistador venido a menos, que
trata de salir adelante seduciendo a
mujeres maduras, adquiere unos
matices patéticos. Ya ni su propia
sexualidad le responde y por eso
Paulina le da el pasaporte. Pero su
mayor problema surge de algo imprevisto
y que no entraba para nada
en sus cálculos. Y es que un buen
día se presenta en su casa una bella
muchacha cubana, Caty, que dice
ser su hija, fruto de la relación que
Juan mantuvo con una bella muchacha
de la isla caribeña más de
dos décadas atrás.
A pesar de que Juan no está dispuesto
a asumir su paternidad,
porque no puede ni desea dar cobijo
a la muchacha, que ha abandonado
a su equipo de atletismo y se
ha quedado en España con la intención
de adquirir la nacionalidad y
establecerse aquí, la simpatía, la belleza
y el encanto de Caty acabarán
por doblegar su espíritu. Pero para
ello ha de fomentar sus conquistas,
algo que no parece posible dado su
estado de forma, por lo que acabará
en manos de un desaprensivo empresario,
marido de su ex amante.
Sin abandonar nunca una ridiculización
cariñosa del personaje, con
instantes divertidos, aunque sin la
trascendencia de otros guiones de
Azcona -que aquí ha jugado al divertimento
pero conociendo la idiosincrasia
de toda la galería de tipos
-, la cinta logra sostener la sonrisa
del auditorio, pese a que algunas
soluciones pueden parecer vulgares.
Pero el guión, galardonado
también en Málaga, es jugoso y dice
cosas a considerar que compensan
situaciones en las que, por supuesto,
sólo se ha buscado el mero
«gag». No es que se haya manufacturado
así un film relevante ni singular,
pero sí un producto ameno,
divertido y que dice a menudo cosas
que revelan un conocimiento
profundo de la sociología de nuestro
país.