SINOPSIS
Pamplona, junio de 2001.
Camino, una preciosa y dulce niña de once años, vive sus últimos momentos en la habitación de un hospital. Rodeada de familiares, amigos, sacerdotes y un número inusitado de personal clínico, da a todos un casi sobrenatural ejemplo de muerte serena y feliz. En una atmósfera de santidad y cuando parece que la muerte es ya inevitable, ocurre algo extraordinario en la habitación.
Inspirada en hechos reales, CAMINO es una aventura emocional en torno a una extraordinaria niña de once años que se enfrenta al mismo tiempo a dos acontecimientos que son completamente nuevos para ella: enamorarse y morir. CAMINO es, sobre todo, una luz brillante capaz de atravesar todas y cada una de las tenebrosas puertas que se van cerrando ante ella y que pretenden inútilmente sumir en la oscuridad su deseo de vivir, amar y sentirse definitivamente feliz.
FICHA ARTÍSTICA
Camino NEREA CAMACHO
Gloria CARME ELIAS
José MARIANO VENANCIO
Nuria MANUELA VELLÉS
Inés ANA GRACIA
Tía Marita LOLA CASAMAYOR
Cuco LUCAS MANZANO
Don Miguel Ángel PEPE OCIO
Begoña CLAUDIA OTERO
Don Luis JORDI DAUDER
Mr. Meebles EMILIO GAVIRA
Elena MIRIAM RAYA
CAMINO
– EL OLOR DE LA SANTIDAD
ANTONIO DOPAZO
Pretende ser objetiva, sin prejuicios ni estereotipos. Casi una radiografía. Es una historia de amor, de ese primer amor que jamás se olvida, que no exige nada y que hace que las montañas se desplacen. Todo eso sin abandonar nunca la realidad, porque hasta el mundo de los sueños y pesadillas de la protagonista pertenece a lo real. Así define «Camino» su director, el Javier Fesser de «El milagro de P. Tinto» y «La gran aventura de Mortadelo y Filemón», que asegura que la suya es una película de personajes de carne y hueso, de ideologías, de posiciones diferentes ante la vida. A pesar de ello, no ha gustado al Opus Dei.
A partir de un hecho real, lo que comenzó siendo una exhaustiva labor de investigación sobre muchos casos de «olor de santidad» y sobre el verdadero modo de operar del Opus Dei, terminó siendo un apasionante trabajo en torno a los sentimientos íntimos de las personas. Estamos ante una aventura emocional en torno a una extraordinaria niña que se enfrenta al mismo tiempo a dos acontecimientos que son nuevos para ella: enamorarse y morir. La película es, sobre todo, una luz brillante capaz de atravesar todas y cada una de las tenebrosas puertas que se van cerrando ante ellas y que pretenden inutilmente sumir en la oscuridad su deseo de vivir, amar y sentirse definitivamente feliz.
En la Pamplona de 2001, Camino, una preciosa y dulce niña de 11 años, vive sus últimos momentos en una habitación de hospital. Rodeada de familiares, amigos, sacerdotes y de personal clínico, da a todos un casi sobrenatural ejemplo de muerte serena y feliz. En una atmósfera de santidad y cuando parece que la muerte ya es inevitable, ocurre algo extraordinario en la habitación.
Fesser conoció la historia de Alexia González Barros hace 20 años por casualidad, en un libro que relataba el proceso de su penosa enfermedad pero que trataba, sobre todo, de su entereza y la de su familia ante el dolor y la muerte. Eso fue el inicio de todo, ya que aquella historia desencadenó en el cineasta la curiosidad de encontrar las respuestas a cosas que soy incapaz de comprender. En esa búsqueda encontró la historia de Montse Grases, otra adolescente que en el lecho de muerte pidió la admisión en el Opus Dei; también la de Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes que jamás deseó su destino; la de los pastorcillos Lucía, Francisco y Jacinta…
Todos estos personajes, sin embargo, también le condujeron a historias mucho más cotidianas que le han permitido reconstruir con rigor el paisaje donde todo esto presume de tener especial sentido: el Opus Dei. Se trata del testimonio y las experiencias de muchísimas personas que pertenecen o han pertenecido a este entorno y que le han permitido indagar en el oscuro y hermético mundo de una institución que legalmente se denomina «Prelatura personal».
CINE – CRÍTICA
ANTONIO DOPAZO
Emotiva, sensible e intensamente dramática, esta tercera película de Javier Fesser sitúa a este realizador madrileño en un nivel privilegiado en el marco de nuestro cine. Estamos, probablemente, ante la mejor cinta española del año, una historia basada en hechos reales que no sólo describe con una precisión y un tacto notables unos sucesos terribles, los últimos meses de vida de una niña de once años víctima de una enfermedad incurable, también se adentra en les esferas privadas del Opus Dei con datos reveladores. Injustamente marginada del palmarés del Festival de San Sebastián, sus 140 minutos constituyen un viaje hacia emociones casi permanentes. Impresionado por la lectura de un libro sobre Alexia González Barros, en el que se relataba el proceso, acaecido hace 20 años, de su penosa enfermedad y, sobre todo, la entereza de la pequeña y de su familia ante el dolor y la muerte, Fesser ha trasladado el caso al año 2001 conservando parte de sus contenidos. En su proceso de investigación, y esto es lo más resaltable, conoció a mucha gente del Opus Dei.