Con la asistencia de su director
Pedro Pérez Rosado

FICHA TÉCNICA

Dirección: Pedro Pérez-Rosado.
País: España.
Año: 2003.
Duración: 97 min.
Interpretación: Sergi Calleja (Pablo/Mojtar)), Ahmed Labbat (Salah), Aichatu Lemrabet (Um-eljer), Aleua Ahmed Bani (Al-heiba), Jorge de Juan (Sargento), José Glusman (Guzmán), Joseba Apaolaza (Cabo), Nina Moh. Salem (Fatimetu), Brahim Naama Sidi (Said), Saleh Moh. Labeid (Malainin).
Guión: Lilian Rosado González.
Producción: Emilio Oviedo, Manuel Calvo y José Trullenque.
Música: David San José.
Fotografía: Antonio Cuevas.
Montaje: Meco Paulogorrán.
Dirección artística: Rafael Jannone.
Vestuario: Rocío Pastor.
Estreno en España: 16 Enero 2004.

SINOPSIS

Pablo (Sergi Calleja) es un joven legionario que deserta al negarse a cumplir la orden de repre-sión contra una familia saharaui. En agradeci-miento le protegerán escondiéndolo en un po-zo de agua en el desierto. Meses más tarde, el Sáhara es invadido por Marruecos y Mauritania. Pablo tiene que partir con los saharauis en su éxodo hacia Argelia. Se enfrenta a una nueva cultura, esta obligado a adaptarse y convivir con ella y sus inconvenientes, todo esto en medio de una cruenta guerra en la que los saharauis defienden la independencia del Sáhara Occiden-tal. Un amor imposible con Fatimetu (Nina Moh. Salem) se romperá en mil pedazos por el bombardeo de la aviación marroquí. Pablo es testigo de los cuentos de una guerra, será héroe para el pueblo sa-haraui, pero como ellos, se quedará sin orígenes, sin familia y sin patria.

ENTREVISTA A PEDRO PÉREZ ROSADO. Director de la película
«ESTA PELÍCULA PODRÍA SER TAN CONOCIDA COMO “LOS LUNES AL SOL”»
Entrevista por ANDRÉS VALDÉS

¿Es oportuno este ciclo?
Es totalmente oportuno. Acaban de secuestrar a unos compañeros en el mismo lugar donde este año hemos rodado la última película, Wilaya. Es conveniente sacar al Sáhara con más fuerza, porque Mohamed VI está aprovechando el momento para hablar de la inseguridad en los campamentos de refugiados y crear conflicto en los propios saharauis, que podrían perder la confianza en sus dirigentes. Pueden perder aún más derechos, así como ayuda humanitaria. Por eso es conveniente esta jornada y esta reflexión.

Parece que en España hay más simpatía por la causa saharaui que compromiso real por solventar el problema…
Yo no puedo entender cómo alguien puede manifestarse pro saharaui antes de ser ministro y dejar de manifestarse así cuando llega al cargo. Y sin embargo, los llevamos a los saharauis en el corazón, somos solidarios, traemos a sus niños de vacaciones… Hay una contradicción emocional y una oscuridad en la sociedad española sobre este asunto. Pero, la sociedad saharaui también debe ser autocrítica. Llevamos treinta y pico años de conflicto y la situación no se resuelve. Quizá ni las actitudes solidarias ni la capacidad del gobierno han sabido avanzar jurídicamente lo que se tiene que avanzar. Y todos sabemos dónde puede desembocar esa economía de cooperación… Los saharauis han bajado la guardia en seguridad, y, por su bien y por el de su lucha, es imprescindible que quienes vayamos a trabajar solidariamente estemos seguros.

Empezó con un documental, pero se pasó a la ficción para hablar del Sáhara. ¿Acaso la realidad no se explica bien sola?
No es eso. Sólo se cambia de formato porque quería dos tipos de público. Los saharauis siempre han tenido una tradición oral más que escrita y para ellos las historias se rememoran: la realidad, el dolor y el éxodo creó muchos cuentos que se siguen contando. La película que se exhibe, Cuentos de la guerra saharaui (2004) está basado en la historia real de un soldado al que iban a fusilar. Waliya (2011) ya refleja otra realidad, la de esa generación saharaui nacen en los 80, antes de la caída del muro de Berlín. Ellos han vivido una cultura mucho más occidentalizada y tienen enfrente a su identidad y su conflicto: llevar un pantalón vaquero o una «melfa», ser islámico o no serlo… Conozco casos de niños saharauis que se han hecho católicos después de venir aquí en verano.

¿Qué tienen en común sus películas?
La identidad. Tengo un amigo que dice que siempre hago la misma película, como el que viaja y va buscando y se encuentra a sí mismo. Tienen en común la identidad y la mujer, también. Siempre he hecho los guiones con Lilian Rosado, y se debe notar. Y la mirada social, que siempre he querido tener.

Echando un vistazo a la evolución de la taquilla de los últimos 10 años, ¿diría que el cine social interesa al espectador sólo cuando vive bien?
Supongo que, cuando hay capacidad de consumo, hasta los pobrecitos y los solidarios generan dinero. Tampoco entiendo cómo puede haber tantas iniciativas y tan poco interés en ver el trabajo que se ha realizado… Creo que lo que falta es capacidad de marketing. Si Cuentos de la guerra saharaui hubiese dedicado un 25% de su presupuesto a marketing en vez de realización, como hizo Los lunes al sol, sería tan conocida, no digo tan buena, pero sí igual de conocida, que la de Fernando León… No sé muy bien por qué parece que hay más interés por estos temas en época de bonanza que cuando pasamos necesidad. Necesitamos psicólogos para saber bien quiénes somos interiormente, o de si somos conscientes del periodo histórico que vamos a atravesar.