CINE – CRÍTICA
ANTONIO DOPAZO
Es heredera de la tradición de comedias francesas del éxito de «Tres solteros y un biberón» y alberga motivos para la sonrisa y para alguna emoción, aunque refleja claramente la falta de experiencia de su guionista y director en un cine de ficción en el que debuta en este largometraje. Lo más interesante, sin duda, es que trata de mostrar los enormes cambios que se han dado en Francia, y en otros muchos países, el seno de la familia tradicional en el curso de los últimos años, poniendo sobre el tapete temas como la adopción de niños por parejas homosexuales o las madres de alquiler. Presencia magnífica y destacada de la española Pilar López de Ayala, que ni siquiera es eclipsada por un Lambert Wilson que domina el reparto.
Forjado en el documental y en las serie de televisión, el realizador Vincent Garenq desvela su falta de experiencia en la ficción, de modo especial, en su relativa incapacidad para conjugar las emociones de los personajes, que son demasiado teóricos y que a menudo, sobre todo en la primera mitad, carecen de la necesaria humanidad.
SINOPSIS
Emmanuel y Philippe forman la pareja perfecta, se aman y se llevan bien… Hasta que Emmanuel siente el deseo de ser padre, a pesar de la oposición de Philippe. Arriesgándose a perder a su gran amor, sigue adelante. Pero, ¿cómo tener un hijo siendo gay?
REPARTO
Manu – – – LAMBERT WILSON
Fina – – – PILAR LÓPEZ DE AYALA
Philippe – – – PASCAL ELBÉ
Cathy – – – ANNE BROCHET
Suzanne – – – ANDRÉE DAMANT
Isa – – – FLORENCE DAREL
Marc – – – MARC DURET
ENTREVISTA CON PILAR LÓPEZ DE AYALA
¿De qué trata la película?
Es una película para el gran público que trata de los padres gays. Se habla mucho del papel de la familia hoy en día, pero parece que en algunos países, solo un hombre y una mujer legalmente casados pueden considerarse como una verdadera familia.
¿Qué opina acerca de que una pareja gay tenga hijos?
Nadie piensa en eso hasta que tiene el problema cerca. En España, desde que Zapatero llegó al poder, los homosexuales no solo pueden casarse, también tienen la posibilidad de adoptar. No es fácil. Es un procedimiento largo, pero al menos tienen ese derecho. En la mayoría de los países no es posible. Cuando leí el guión, me gustó que tratara de estos temas.
Háblenos de su personaje, de Fina.
Fina es una chica que vive en un país extranjero, con todas las dificultades que eso implica. Se enamora de un homosexual y le cuesta aceptar que lo es, por eso quiere hacerle cambiar.
¿Qué relación tienen Manu y Fina en la película?
Su relación no se basa en un intercambio. Fina cree que Emmanuel la ayuda de forma desinteresada y que es el único con el que puede contar. Poco a poco se enamora de él y decide devolverle el favor. Sus problemas desaparecen ante el amor, lo que despierta en ella las ganas de tener un hijo. No sabe muy bien si lo hace por él o por ella misma.
¿Cómo fue la colaboración con el realizador?
Empezamos escribiéndonos correos electrónicos. Vincent estaba en París y yo, en Madrid. Le hacía preguntas acerca del personaje para asegurarme de que íbamos en la misma dirección. Solo empezamos a trabajar juntos estando en París. Es muy accesible, respeta a los actores. Facilita mucho el trabajo.
¿Qué piensa de la escena del alumbramiento?
Recuerdo que enseguida hablé de eso con Vincent. Mi principal temor era que pareciera exagerado. Creo que el miedo a dar a luz de algunas mujeres se debe a lo que han visto en el cine. Pero es una comedia, y Vincent prefería que se exagerasen los sentimientos. Es el momento más intenso de la película. Siempre me pasa algo cuando ruedo una escena con un recién nacido. En la película anterior, cada vez que me daban al niño, se me hacía pipí encima.
¿Cómo fue trabajar con Lambert Wilson y Pascal Elbé?
Los tres nos implicamos mucho. Enseguida entendí que tenían una gran experiencia, sabían adónde iban y sentían mucha curiosidad por todo. Intenté crear cierta química con Lambert, dado que es mi interlocutor principal en la película. Pascal fue un muy buen compañero. Las pocas secuencias que tuve con él me permitieron descubrir a un hombre muy gracioso, que se divierte trabajando.
¿Qué secuencia le costó más rodar?
Quizá la comida familiar en el jardín de la casa de Suzanne. Al leer el guión, pensé: “Genial, una agradable comida primaveral en un jardín”. Pero olvidé que había niños que se pondrían a llorar y que en otoño te congelas temprano por la mañana. Me parece que eso es lo más difícil: fingir estar comiendo a mediodía cuando son las 7 de la mañana y hace un frío horrible.
¿Y la escena de amor?
Se aleja de los lugares comunes. La escena previsible habría sido entre los dos hombres, pero no tendría nada de sorprendente. Es una escena de amor con una chica. Lo que le interesaba a Vincent, más que una escena puramente sexual, era mostrar la ternura que puede surgir entre dos personas opuestas. Es obvio que Fina y Manu no viven ese momento del mismo modo. Para Manu es un momento de extravío, pero Fina cree que siente lo mismo que ella y que acabará por hacerle cambiar.