DATOS DEL EVENTO

  • EMPIEZA
    17-03-2000
  • TERMINA
    01-01-1970

ORQUESTA BARROCA VALENCIANA

Director: Manuel Ramos Aznar

ORFEÓN CANTÁBILE

Director: Carlos M. Catalá Picó

CONCIERTO CON MOTIVO DE LA ANTIGUA FESTIVIDAD LITÚRGICA DE LA SANTA FAZ

UN CONCIERTO VIBRANTE

GERMÁN RODRÍGUEZ BALAGUER

El viernes tuvo lugar en el Monasterio
de la Santa Faz un concierto,
en honor a la conmemoración
del Milagro de la Lágrima
de la Santísima Faz. La Orquesta
Barroca Valenciana y el Orfeón
Cantábile interpretaron un programa
basado en las figuras de
Johann Sebastian Bach y Antonio
Vivaldi. Según el programa,
se le asignaba a Bach una primera
parte y a Vivaldi la segunda,
pero no se hizo ninguna pausa
entre ambas.

El «Concierto en La menor» ya
dio una idea del notable nivel
que íbamos a escuchar esa noche.
El solista, Rezart Kapetani,
sacó un buen partido a su parte y
convenció al público. La orquesta
y el director
respondieron
adecuadamente
y se ganaron un
aplauso breve
pero intenso. El
«Concierto para dos violines y
orquesta en Re menor» tuvo un
mayor atractivo visual, por los
dos violines solistas. Tanto Rezart
Kapetani como Emilio J. Fenoy
tuvieron una gran actuación
en sus ejecuciones a dúo y por
separado. Por eso fue una pena
que la acústica excesivamente reverberante
del monasterio emborronara
las agilidades de los solistas.
El único «pero» que puedo
ponerle al director es que retenía
excesivamente el tempo en
las resoluciones finales, lo cual
me parece un poco fuera de estilo,
pero al fin y al cabo, no se trataba
de una interpretación historicista.
El «Aria de la Suite para
orquesta nº3 en Re mayor» fue
una concesión a la galería (es
enormemente popular): el ritmo
fue un poco pesante, pero la orquesta
sonó de forma conmovedora.

La «Coral de la Cantata nº 147»
también es una pieza muy conocida
y gustada. La orquesta
acompañó muy bien al Orfeón
Cantábile, que estaba un poco
descompensado (bastantes más
mujeres que hombres) pero que
consiguió unos resultados loables.
La «Coral nº 84» tuvo un
inicio un poco confuso (la acústica
del lugar tiene parte de culpa)
pero el resultado final dejó buen
sabor de boca. Hasta aquí llegaron
las obras de Bach.

La segunda parte constaba
únicamente del «Gloria» de Vivaldi.
Una de las cosas que más
llama la atención es que el público
todavía desconozca que se debe
aplaudir sólo al final de las
obras y no entre los números.
Digo esto porque el «Gloria» tiene
doce números y claro, oír
aplausos nada más acabar el primer
número puede ser divertido
por lo inesperado, pero al octavo
número, uno ya está harto de
que los inoportunos aplausos
rompan el efecto. El coro volvió a
confirmar la agradable impresión
que me dio en diciembre en
el Teatro Principal, cuando interpretaron
esta misma obra. Las
solistas cantaron el tercer número
con algo de inseguridad, lo
que provocó que el dúo sonara
embrollado. Afortunadamente,
se rehicieron en sus respectivos
solos. Asunción M. Perona abusó
un poco del portamento para
lograr el fraseo legato, pero su
actuación fue buena. María del
Pilar Aznar tuvo algún apurillo
en el inicio del «Domine Deus»,
pero luego hizo gala de su profesionalidad:
afrontó su parte sin
oscurecer la voz (una actitud
muy inteligente en una soprano
que canta una parte de mezzo) y
su intervención nos convenció a
todos. La orquesta y el director
Manuel Ramos acompañaron estupendamente
al coro y nos hicieron
pasar una velada muy
agradable.

Datos informativos

Fecha inicio : 17-03-2000

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