Con FÉLIX ALBO, contador de historias
Si asomaran para avistar sin avisar dragones desdentados, cocodrilos con colmillos, tortugas tartardonas o abuelas más que feroces, correrá riesgo el público de quedar engarabintintangulado y sólo se podrán desengarabintintangular aquellas personas quienes en un tren encuentren a un buen desengaranbintintangulador.
Pero eso, ya es otro cuento.
PARA CONTRATACIÓN
629444507
felix.albo@gmail.com
629444507
felix.albo@gmail.com
FÉLIX ALBO
Una cueva en Tarragona, una Universidad en Elche, en Salamanca, en Burgos; el patio de un convento y también el de una escuela, y una cárcel y una y otra orilla del Atlántico; un bibliobus en el desierto y la orilla de un río silencioso en Cuenca; una y mil bibliotecas; mil bibliotecas; teatros, salones de cultura, de plenos, más teatros y también museos; la costa venezolana y la capital y llanos de Bolivia, el interior de México y un aquí y allá en Colombia; el Instituto Cervantes de Milán, el de Marrakech; las Fundaciones Culturales de media península, y las Baleares, y también las Canarias.
Las historias de Félix Albo se han escuchado en las orejas de insondables lugares. Pero sus historias no se quedan ahí, en la oreja. Caen dentro, por esa especial manera que tiene de hacer lenguaje único del humor y la ternura, la sorna, la bellaquería. Sus historias van desde el dolor de mandíbula partida al sentir respirar en el silencio. Sus espectáculos siempre dejan una sonrisa en los adentros y mucha, mucha ropa tendida.
Quizá sea que lleva contando historias desde el año 1994. Quizá porque ha participado en los festivales más importantes de este lado del mar y también del otro. Quizá porque le encanta mirar la vida con sus ojos de mediterráneo que van de la fiesta intensa a la terneza voraz. Quizá sea por lo que sea, pero mucha gente cuando escucha a Félix Albo no puede evitar tener ganas de escucharle más. Y lo hace en cuanto puede.
A veces va dejando trocitos suyos en sus libros de historias y dicen que es como llevártelo para que te siga contando. Pero él prefiere el encuentro, la mirada, el viaje juntos a través de sus personajes, de lo que les pasa, de lo que nos cuentan. Un viaje hecho con la palabra, solo la palabra y con todo lo que ella genera.