Del director BRUCE BERESFORD
Por gentileza de la empresa exhibidora Vicente Espadas, S.A. y la distribuidora UIP
CRÍTICA CINE
ANTONIO DOPAZO
Se apoya más en bases
teóricas, que el
director intenta hacer
verosímiles, que
en prácticas y aun
siendo un «thriller» convencional,
el buen oficio de Bruce Beresford
permite que entretenga de principio
a fin y que en algunas ocasiones
cree esa tensión tan necesaria
para la especialidad. Es, además,
la reafirmación de Ashley Judd,
en su primer cometido de auténtico
peso en una película de gran
presupuesto, como una actriz de
indudable talla y de considerable
futuro que llega a dejar en segundo
plano al veterano Tommy Lee
Jones. Abandonando sus películas
de hondo contenido humano, del
tipo de «Conduciendo a Miss
Daisy» o «Mister Jones», el australiano
Bruce Beresford irrumpe
en el «thriller» sin demasiadas
pretensiones, pero aportando su
evidente seguridad narrativa. A
partir de un guión que plantea
una estrategia legal que resulta
perfecta como concepción teórica,
el que no se puede juzgar en Estados
Unidos dos veces a una persona
por el mismo delito, su objetivo
ha sido el de intentar que la
misma tenga la necesaria correspondencia
en plano real. Algo
que, ciertamente, no siempre consigue
y que es el factor que más
lesiona el filme y el que le resta toda
trascendencia.
Nadie podía imaginar que en
un matrimonio como el que forman
Nick y Libby pudiera suceder
un drama semejante. En apariencia
son felices, se aman y tienen
un hijo, pero lo cierto es que la desaparición
de él durante una travesía
en yate de la pareja, con restos
de sangre en la embarcación y un
cuchillo que hace pensar en un
crimen, convierte a ella en sospechosa
de asesinato. Aunque el cadáver
no aparece, Libby será considerada
culpable y condenada a
prisión. Sólo podrá salir seis años
más tarde, pero en libertad vigilada
y sometida al control de un
agente muy meticuloso.
Este punto de partida condiciona,
obviamente, las riendas de un
relato que a partir de ese momento
pretende jugar con factores propios
del «thriller», desde la sorpresa
y la intriga hasta la tensión propia
del caso, aunque en este caso
sin sobrepasar unas cotas muy
discretas de violencia. El problema
es que las situaciones no desprenden
la necesaria autenticidad y es
ahí donde queda patente que el filme
no ha logrado humanizar sus
personajes como convenía.