INTERVIENEN:
MANUELA PÉREZ. Médico
LOLI PALOMARES. Ama de casa (Monóvar)
TERESA ARÁN. Asistente social de Alicante Acoge
ANUSKA PAUL. Subdirectora de Academia de F.P.
ALICIA CREVILLÉN. Estudiante
MODERA:
SUSANA ABIA. Periodista del Diario INFORMACION
LOS PROBLEMAS SALARIALES Y DOMÉSTICOS SIGUEN CENTRANDO LAS QUEJAS FEMENINAS
ROSA CARRIZOSA
Durante dos horas, 145 personas (110 mujeres y 35 hombres) expresaron sus inquietudes sobre la situación de la mujer en la sociedad actual, dentro del debate organizado por el Club INFORMACION. Más solidaridad e información se solicitó en más de una ocasión para luchar contra la discrminación.
Manuela Pérez, médico e histórica activista de la lucha femenina; Loli Palomares, ama de casa de Monóvar; Teresa Arán, asistente social de Alicante Acoge; Anuska Paul, subdirectora de academia de F.P. y Alicia Crevillén, representando a las mujeres estudiantes, expusieron y contestaron las preguntas de las (y los) asistentes en torno a los problemas y quejas que siguen hoy en día vigentes. La moderadora fue la redactora de este periódico Susana Abia.
De acuerdo con las preguntas y exposiciones del público, la discriminación salarial y de pensiones, así como la necesidad de compartir las tareas domésticas con la pareja centraron el grueso de intervenciones. La idea global de que los problemas sociales se duplican con lamujer fue un hecho asumido por el público que participó y las ponentes de la mesa. La cualificación laboral y la retribución salarial inferior de la mujer con respecto al hombre fueron las denuncias más reiteradas por parte de dos de las ponentes, Manuela Pérez y Teresa Arán.
La primera, recordaba situaciones de hace años que son extrapolables a la sociedad actual, «como el hecho de que en el sector de restauración, la mujer era denominada pinche y el hombre, ayudante de cocina, cuando ambos hacían la misma actividad e, incluso, la mujer cobraba cinco mil pesetas menos».
Este ejemplo se complementó con aportaciones personales de los asistentes sobre la falta de comprensión por parte del hombre de que la mujer ocupe puestos de trabajo de mayor responsabilidad, tanto en el ámbito laboral como en el de la pareja. El problema de la discriminación a la hora de la percepción de pensiones entre hombre y mujer también se apuntó por varias personas a lo largo del debate.
La zona más oscura
Teresa Arán introdujo una nueva denominación y elemento de discurso como fue la «femeneidad de la pobreza», expresión que refleja la mayor incidencia que tienen los problemas laborales y la dificultad en acceder al empleo digno de colectivos marginados en la sociedad como mujeres separadas, sin recursos, las empleadas del servicio doméstico o trabajadoras por horas y las mujeres inmigrantes y las del tercer mundo. «Es un colectivo que permanece oculto y tiene dificultades», advirtió. Esta idea lanzada también fue ratificada por experiencias personales de asistentes del público.
Compartir
La palabra «compartir» fue lanzada como solución por Manuela Pérez para aclarar las intervenciones que se produjeron con respecto a la falta de «ayuda» de la pareja masculina en las tareas domésticas. Paralelamente, la educación de los hijos en la escuela y en casa, la utilización del lenguaje sexista y la reivindicación de un sueldo para las amas de casa fueron los otros elementos del debate. Anuska Paul apuntó que la responsabilidad de la educación era de la pareja. «Si tenemos que educar primero al marido para educar a los hijos, menudo trabajo», dijo.
Por su parte, Loli Palomares, ama de casa de Monóvar, defendía -al igual que otras personas del público- la percepción de un sueldo para las mujeres que no tienen otro trabajo que el de la casa. Sin embargo, también salieron voces discrepantes. Una asistente entendía que «poner un sueldo es consolidar una situación y yo lo entiendo como un servicio. Yo me hago la cama porque luego la utilizo».
La mujer joven
Alicia Crevillén, representando a la mujer estudiante, reconoció que la juventud participa hoy menos. «Nosotros tenemos un papel más sencillo (porque se han conseguido más logros), pero sin embargo, no tenemos actividad». Igualmente, Crevillén dijo que «la ley está de nuestra parte, pero la sociedad no se da cuenta».