PROGRAMA MAÑANA
09:00 h. Entrega de acreditaciones
09:30 h. Acto de apertura con la presencia de autoridades
10:00 h. «Tutankamon: una escena del crimen de más de 3.000 años». Joan Carles Alay Rodríguez, director de Investigación de SEIPC, licenciado en Geografía e Historia. Secretario de la Sociedad Catalana de Arqueología. Experto en Perfiles Criminológicos. Diplomado en Investigación de la Escena del Crimen
11.15 h. Descanso
11:30 h. «Aplicaciones de la Psicología en la Investigación Criminal». Juan Enrique Soto Castro, Inspector Jefe de la Unidad de Análisis de conducta de la Unidad Central de Inteligencia Criminal del Cuerpo Nacional de Policía. Doctor en Psicología. Escritor.
12:40 h. «El perfil criminológico: líneas de desarrollo necesario en el plano científico y profesional», Vicente Garrido Genovés, profesor de la Universidad de Valencia y criminólogo. Doctor en Psicología. Escritor. Asesor y consultor de varias instituciones y administraciones. Socio honorario de SEIPC
13:30 h. Charla: «Ficción y realidad en la novela negra». Presentación del libro de Vicente Garrido y Nieves Abarca «Crímenes exquisitos»
14.00 h. Descanso
PROGRAMA TARDE
16:30 h. «Asesinos en serie: los mensajes escritos», Juan Francisco Alcaraz Albertos, presidente de SEIPC, licenciado en Criminología. Experto en Perfiles Criminológicos. Master en Psicopatología Criminal. Perito Forense de Investigación Criminal
17.30 h. Descanso
17:45 h. «Casos Castillo y Bretón: la investigación extra-policial», Salvador Ortega Mallen, ex jefe de la Brigada Criminal de la Policía que detuvo a «El arropiero». Criminólogo y Criminalista. Escritor. Asesor Televisivo. Socio honorario de SEIPC
18:45 h. «Psicopatología y crimen», Luis Borras Roca, profesor de la Universidad de Barcelona, psiquiatra y psicólogo forense. Médico Forense en excedencia. Escritor. Profesor de Psicología Jurídica, socio honorario de SEIPC
20.00 h. Fin de la jornada
A LOS CRIMINALES LES VA LA NOVELA NEGRA
ISABEL VICENTE
No todo el mundo sabe que el personaje de Hannibal Lecter de «El Silencio de los Corderos», que ayudaba al FBI a atrapar a otro asesino en serie, está inspirado en un asesino real que en los años 70 se ofreció a ayudar en un caso similar con la intención de evitar el corredor de la muerte. Es evidente que la realidad inspira a la ficción, pero se trata de una vía de doble dirección, tal como evidenció ayer el profesor de la Universidad de Valencia, criminólogo y psicólogo, Vicente Garrido, en las II Jornadas Nacionales de Perfilación Criminológica que se celebran hasta hoy en el Club INFORMACIÓN. Así, Garrido aludió con ejemplos a criminales famosos que se han inspirado en el arte para cometer sus crímenes, «como los gansters que, cuando se hizo El Padrino, querían parecerse a Corleone o luego a los protagonistas de Los Soprano». Ante la evidencia de esta relación, el criminólogo se cuestionó si es posible o deseable limitar la información sobre los crímenes para evitar que sirva como modelo de inspiración, algo que, según dijo, se retrotrae a la época de los juglares «cuando iban de pueblo en pueblo narrando lo que había ocurrido en la zona».
La relación entre el crimen y el arte es sólo una de las cuestiones de las jornadas en las que los expertos están tratando la utilidad de los perfiles criminológicos en la resolución de crímenes, una rama cada día más avanzada que, pese a «limitarse» a establecer probabilidades, sirve para orientar a los investigadores en la identificación y localización de los delincuentes.
En las jornadas se está analizando el trabajo de las unidades de análisis de conducta de la Policía que ayudan a los agentes a saber qué, cuándo y dónde tienen que buscar a un criminal en función de su perfil y su forma de actuar. También se está tratando la aplicación de la psicología en la investigación criminal, el análisis de los mensajes escritos de los asesinos en serie, el análisis de las microexpresiones en el ámbito forense, la grafología forense o las técnicas de investigación de los desaparecidos.
TRAS LAS PISTAS DE LOS LADRONES DE LA TUMBA DE TUTANKAMÓN
Los ladrones que intentaron en dos ocasiones robar en la tumba de Tutankamón dejaron un reguero de pistas que harían las delicias de cualquier investigador. Este es el tema abordado ayer por el arqueólogo y director de Investigación de SEIPC, Joan Carles Alay. En su ponencia «una escena del crimen de más de 3.000 años», Alay evidenció con diapositivas los rastros que dejaron los ladrones, e incluso el propio descubridor de la tumba, Howard Carter, desde los agujeros en los accesos que luego fueron tapiados, a la manipulación y sustracción de parte del ajuar del faraón que se evidencia en la presencia de cajas rotas, ánforas vacías, mobiliario desplazado y roto o cofres vacíos. En el lugar incluso aparecieron huellas dactilares de los ladrones.
