INTERVIENEN
JOSEP ANTONI IBARRA. Catedrático de Economía de la Universidad de Alicante
CARLOS CASTILLO MÁRQUEZ. Presidente de Jóvenes Empresarios de Alicante (JOVEMPA)
CONSUELO NAVARRO. Secretaria General de CC.OO. de l´Alacantí-Les Marines
ÓSCAR LLOPIS. Secretario General de UGT de Alicante
PRESENTA Y MODERA
RAMIRO MUÑOZ HAEDO. Miembro de la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas (PIC)
LOS EFECTOS DE LA CRISIS ECONÓMICA DESPUÉS DE UN AÑO, A DEBATE EN EL CLUB INFORMACION
Analizar la situación que viven los ciudadanos de Alicante «un año después» y establecer propuestas para afrontar la crisis económica provenientes de los agentes sociales y económicos es el objeto de la mesa redonda que acogerá el Club INFORMACION esta noche a partir de las 20 horas en sus instalaciones de la avenida Doctor Rico, 17.
La mesa redonda abordará así los efectos de la crisis en los ciudadanos de la provincia desde que en el año 2007 la economía estadounidense entrara en una fase crítica, atendiendo a las circunstancias concretas que afectan a la economía alicantina. Para ello, se darán cita en el Club INFORMACION expertos y representantes de los distintos agentes sociales, con el fin de que el debate pueda arrojar una radiografía completa del adverso escenario económico.
Organizado por la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas (PIC), el acto recogerá las intervenciones de Josep Antoni Ibarra, catedrático de economía de la Universidad de Alicante, Carlos Castillo Márquez, presidente de Jóvenes Empresarios de Alicante (Jovempa), Consuelo Navarro, secretaria general de Comisiones Obreras de L´Alacantí-Les Marines, y Óscar Llopis, secretario general de UGT de Alicante. La mesa redonda será presentada por Ramiro Muñoz Haedo, miembro de la PIC.
ALICANTE: SIN IDEAS ANTE LA CRISIS
RAMIRO MUÑOZ
También firman por la PIC: Josep Antoni Ybarra, Clemente Hernández, Francisco Candela, Evaristo Colomina, Isidoro Manteca, Ernest Blasco, José Carlos Rovira, Manuel Alcaraz, Rosana Arques, Rafael Bonet, Remedios Amat
En economía, crisis, recesión o depresión son habitualmente utilizadas para calificar diversos grados de intensidad de una situación cuantitativamente descendente respecto de magnitudes preexistentes. Entre los analistas más fiables de los comportamientos acaecidos a partir de 2007, se va generalizando el uso de «Gran Recesión» para calificar lo que viene sucediendo en la economía mundial que, evidentemente, no es lo mismo en la de países con un crecimiento del 5 o del 7% de su PIB durante el último año, como China, que en aquellos otros cuyos porcentajes de crecimiento son mínimos o negativos, como EE.UU. o parte de los países de la Unión Europea. Y todo eso inscrito en un contexto global de graves riesgos medioambientales, en los que el ecosistema experimenta importantes transformaciones que afectan a los recursos disponibles.
Desde 2007 la economía del centro neurálgico del capitalismo mundial entró en una fase crítica, cuyo comportamiento algunos comparan con una muñeca rusa. Una crisis global que estalló con el riesgo de hundimiento del sistema financiero, provocado por la burbuja inmobiliaria que, paulatinamente, fue trasladándose a la economía real, a la producción y consumo de bienes y servicios, al intercambio, a los precios y, sobre todo, al empleo. Una crisis española que tiene como protagonistas relevantes al sector financiero y al sector de la construcción, que provocaron una fuerte contracción en los demás componentes económicos. Una crisis valenciana definida por el impacto recesivo en una estructura productiva que tenía sus pilares en un insostenible desarrollo de la construcción, en un irracional consumo de recursos como suelo y agua, en un potente sector turístico y en unos debilitados sectores productivos tradicionales como el agrario, textil, calzado, juguete, etc. Y una crisis de la ciudad de Alicante caracterizada por la contracción del crédito, la paralización de la construcción, la elevada mortalidad empresarial, el descenso de la actividad turística y hostelera, la contracción del consumo y, por ende, del comercio y el crecimiento exponencial de las tasas de desempleo. Este comportamiento económico tiene graves consecuencias sociales como, por ejemplo, el aumento de la población por debajo de las tasas de pobreza, el incremento de la exclusión social y un mayor riesgo de «guetización» urbana. En resumen, estamos en el círculo vicioso característico de una situación recesiva o depresiva, agravado por el fuerte descenso de la actividad y por una potente incertidumbre traducida en miedo, cuyo inicio casi nadie previó o quiso prever y cuyo final todo el mundo desconoce.
Con estos hechos encima de la mesa y en estas circunstancias nadie puede quedarse de brazos cruzados, considerando que lo que se ha producido es una crisis cíclica más de las que son propias del capitalismo, una peripecia transitoria y que los buenos tiempos volverán. No es verdad. El retorno al escenario anterior no se va a producir, por lo que, a nuestro juicio, debe cambiar el decorado, algunos actores y, desde luego, el guión de la obra. Los agentes económicos, políticos y sociales deben asumir este cambio de roles y obrar en consecuencia. Porque hay que reconocer que la situación ha empeorado sensiblemente durante el último año, tanto en España, como en la Comunidad Valenciana y en la provincia y ciudad de Alicante. Pero, los indicadores del País Valenciano y de Alicante son peores que los datos medios estatales en lo que se refiere a la actividad económica y al empleo, lo que supone que aquí el impacto de la recesión adquiere una especial gravedad. Por eso, entendemos que las actitudes de los responsables políticos y sociales debieran ser rayanas a las de una situación de emergencia. No vemos que sea así.
Creemos que la política de concentración de inversiones inmobiliarias de las cajas de ahorro valencianas ha contribuido seriamente a la recesión y a un grave deterioro del territorio; que las políticas de crecimiento insostenible promovidas por el Gobierno de la Generalitat Valenciana, agravadas por el derroche ineficiente en el gasto público o por comportamientos corruptos, han causado una parte relevante de los daños públicos y sociales producidos; que el modelo de ciudad aplicado por el PP en el gobierno municipal de Alicante era una aberración y se ha visto arrastrado por la recesión a un viaje sin retorno. Seguimos proponiendo o apoyando algunas medidas, a nuestro juicio, imprescindibles: cambios básicos en la estructura productiva de nuestra ciudad, cambios sustanciales en el modelo urbanístico, cambios en el modelo comercial, políticas activas públicas para el fomento del empleo materializados en el Pacto Local para el Empleo, utilización de ámbitos democráticos públicos de debate y propuesta como el Consejo Económico y Social municipal o el Foro Metropolitano para cuestiones comarcales o intercomarcales.
En este contexto depresivo, los ciudadanos no debemos permanecer impasibles esperando que una milagrosa rogativa o la «mano oculta del mercado», arreglen la situación. Tampoco debemos confiar en que el libreto y los actores causantes de la crisis, sean ahora los salvadores. Por el contrario, exigimos de los poderes públicos democráticos una intervención activa, decidida y responsable. No podemos asumir pasivamente actitudes y comportamientos como el manifestado hace unos días por la alcaldesa Sonia Castedo cuando declaró la situación de «colapso» municipal y acusó al sol de ser el causante del melanoma. Se requieren otros análisis, otros escenarios, otros libretos y exigencia de responsabilidades a quienes montaron una obra fracasada. O se hace así o, seguramente, las ideas, los valores, las actitudes y los comportamientos de quienes fraguaron la recesión, volverán a hacer de las suyas.
«LA CRISIS HA TRAÍDO UN INCREMENTO BRUTAL DE LA COMPETENCIA DESLEAL»
D. NAVARRO
La mayoría de las empresas alicantinas no lo han tenido nada fácil para sobrevivir durante el último año, pero el panorama que se presenta a aquellas que lo han logrado tampoco es nada halagüeño. El «brutal incremento de la competencia desleal» se ha convertido en uno de los mayores problemas a los que se enfrentan ahora las compañías de la provincia, según denunció ayer la portavoz de Jovempa, Nuria Pastor, durante el debate que organizó la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas en el Club INFORMACION para analizar la situación de Alicante trans un año de dificultades económicas.
En el debate, que estuvo moderado por Ramiro Muñoz, también participaron el catedrático de Economía de la Universidad de Alicante Josep Antoni Ibarra y los secretarios generales de UGT, Óscar Llopis, y de CC OO, Consuelo Navarro.
Junto a la elevada morosidad y la falta de crédito que han caracterizado toda la crisis, la representante de Jovempa destacó las cada vez más duras condiciones de competencia del mercado entre las principales dificultades que deben superar en estos momentos las compañías. «Te encuentras con empresas que tiran los precios; con otras que no son de tu sector pero que deciden introducirse en el negocio sin tener ni idea para lograr algún cliente y, sobre todo, con muchos profesionales que han ido al paro y que ahora prestan sus servicios en negro», explicó.
De igual forma, Pastor también recomendó a quienes deseen poner en marcha un negocio «que se formen» porque, según dijo, la falta de conocimientos de gestión y financieros también está detrás de la importante mortandad empresarial que ha sufrido la provincia y la ciudad de Alicante.
Por su parte, la secretaria general de CC OO, Consuelo Navarro, lamentó que «la banca no termine de asumir su responsabilidad en la crisis», mientras las condiciones laborales y de vida de los trabajadores siguen empeorando. En este sentido, se mostró especialmente crítica con la propuesta de la patronal para reformar el mercado laboral y denunció que las organizaciones empresariales intentan «quitarse el muerto de encima enfrentando a los trabajadores con contrato indefinido con los temporales, como si el problema fuera nuestro».
Su homólogo de UGT, Óscar Llopis, se centró especialmente en las carencias de la ciudad de Alicante, entre ellas la falta de un «tejido industrial que aporte alternativas a los trabajadores». Al respecto, recordó que hace ya siete años Luis Díaz Alperi reconoció el problema «pero no se ha hecho nada». También criticó que el Ayuntamiento no haya sido capaz de firmar un Pacto Local por el empleo, como sí ha ocurrido en Valencia y en Elche.
UNA CIUDAD SIN DIRECCIÓN Y SIN ESPERANZA
El catedrático de Economía de la Universidad de Alicante Josep Antoni Ibarra criticó ayer la falta de iniciativas en el ámbito local para luchar contra la crisis. Así, recordó que el Plan E, las grandes inversiones que se ejecutan en el entorno de la ciudad, como el aeropuerto o el Ave, y también la Casa del Mediterráneo son proyectos del Gobierno central. Por el contrario, recordó que las iniciativas que se presentan a nivel municipal, entre las que citó Ikea o la reforma del Rico Pérez, siempre parten del ámbito privado. «Estamos en un proceso de cambio, de crisis, sin gobierno. El que manda es el mercado, no hay una dirección clara», afirmó y añadió que Alicante ni siquiera saca partido de su «capitalidad». El catedrático también señaló que la recesión «ha inundado de desesperanza» a los alicantinos. «Los jóvenes han aceptado que van a ser la primera generación que serán más pobres que sus padres», lamentó. Ibarra recordó que hace unos años «ibas a Asturias y la gente te envidiaba por vivir en Alicante. Hoy en día ya no somos la envidia de nadie».