LAS HERMANAS DE LA MAGDALENA
Del director PETER MULLAN
León de Oro en el Festival de Venecia 2002
Sipnosis
Los conventos de la Magdalena en Irlanda eran gestionados por las hermanas de la Misericordia en nombre de la Iglesia católica. Acogían a muchachas enviadas por sus familias o por los orfanatos, que allí quedaban encerradas y a las que se obligaba a trabajar en las lavanderías para expiar sus pecados. Dichos pecados eran de distinta naturaleza: desde ser madre soltera a ser demasiado bella o demasiado fea, o demasiado simple o demasiado inteligente, o víctima de una violación, y por tales pecados trabajaban sin percibir ninguna retribución, 364 días al año, y se las hacía pasar hambre, se las sometía a castigos físicos, humillaciones, violencia fisica y moral, y se las separaba de sus hijos. Las penas que tenían que cumplir eran ilimitadas. Miles de mujeres vivían y morían allí. El último convento de la Magdalena en Irlanda cerró sus puertas en 1996. LAS HERMANAS DE LA MAGDALENA se ha basado en el punto de vista de cuatro de estas jóvenes en los años sesenta, una época de liberalización de costumbres para la mujer. Estas jóvenes católicas estaban viviendo una pesadilla como poco medieval, mientras el mundo exterior sostenía tácitamente (y en algunos casos activamente) la existencia de un Estado teocrático. La película explora el desarrollo de sus personalidades, en un ambiente controlado y dominado por mujeres vírgenes, siervas de Dios, esposas de Cristo. Cada una a su modo, las jóvenes intentan rebelarse, y sus vidas siguen trayectorias distintas. Es una película de ficción, que lamentablemente se basa en una historia verdadera.
PREESTRENO DEL ÚLTIMO LEÓN DE ORO
El Club INFORMACION preestrena hoy, en colaboración con la empresa exhibidora Luis Martínez Sánchez S.A. y la distribuidora Alta Films, la película «Las Hermanas de la Magdalena». La proyección tendrá lugar a las 22.30 horas en el cine Abaséis de Alicante (Avda. de Novelda, 118), con entrada con invitación. La cinta es el último trabajo del director y guionista Peter Mullan, quien muestra sin tapujos el infierno que supusieron los centros católicos irlandeses para miles de chicas «descarriadas».
«Las hermanas de la Magdalena» se alzó con el León de Oro del último festival de Venecia a pesar de que, como comentó ayer en Madrid Peter Mullan, el Vaticano le tachó de mentiroso y condenó la película. No obstante, esta postura fue cambiando hasta el punto que la Iglesia escocesa recomendó a todos los católicos que fueran a ver la cinta, que se introduce en uno de esos centros a través de tres chicas que por distintos motivos -ser víctima de una violación, tener un hijo de soltera o ser demasiado bella- son recluidas en uno de estos centros, donde eran vejadas y explotadas por las monjas.
UN TESTIMONIO VALIENTE
ANTONIO DOPAZO
No será un buen trago para el espectador, pero una realidad semejante no podía presentarse de otro modo. Premiada con el León de Oro en Venecia, esta película del actor y director Peter Mullan saca a la luz la terrible, impresionante y dolorosa historia de los conventos de la Magdalena de Irlanda, en donde vivieron encerradas, humilladas y sometidas a un trato inhumano hasta 1996, fecha en que se cerró el último que quedaba abierto, más de 30.000 mujeres del país por el mero hecho de haber «perdido la gracia de Dios». Perfectamente recreada, con unos fotogramas que tiene pálpito propio, estamos ante un testimonio valiente y emotivo que ha suscitado, como era de prever, la más tajante condena de la iglesia irlandesa, incapaz de asumir la autocrítica ante hechos semejantes.
Es más que sorprendente que en su segundo largometraje como realizador, tras su debut en 1997 con «Orphans», que no se ha visto en España, Peter Mullan denote una madurez como la que certifican estas imágenes. Aunque la cinta comienza con algunos titubeos que generan un cierto distanciamiento de la pantalla, pronto cambia por completo el panorama y la intensidad de lo que vemos atrapa de lleno al auditorio. Tanto es así que el espectador se mete también con los personajes entre las paredes del convento, un proceso que se apoya en la sensibilidad que emanan las tres protagonistas que reclaman la atención de la cámara.
Regidos por las hermanas de la Misericordia, estos lugares de reclusión recogían, entre otros casos, a madres solteras, mujeres violadas y jóvenes huérfanas o repudiadas por sus familias que eran obligadas a trabajar diez horas diarias, generalmente a lavar ropa, los siete días de la semana. Las tres que nos meten en este ámbito han cometido esos «delitos».
La descripción de la vida en esta prisión religiosa se forja, con notable precisión y elocuencia, a partir de la experiencia de las mujeres que en ella «expían» sus pecados y de su trato con las monjas que se erigen en sus guardianes. No hay, y esa es una de las virtudes de la cinta, un trato maniqueo de una y otra parte y ni siquiera se cargan las tintas al caracterizar a unas hermanas que están convencidas de que actúan en beneficio de las internas y en aras a lograr su salvación. Eso sí, manteniendo un régimen de disciplina drástico que incluye el castigo corporal y que a menudo tiene por verdugo a la hermana Bridget, perfectamente caracterizada.
Actrices tan poco conocidas como excelentes profesionales contribuyen a nutrir de autenticidad un producto que expresa los riesgos de la teocracia y que denuncia cosas que jamás debieron haber sucedido.
