Conferencia
Entrada libre
INTERVIENE:
EDUARDO GALANTE. Catedrático de Zoología. Director del Centro Iberoamericano de la Biodiversidad. Presidente de la Asociación Española de Entomología.
PRESENTA:
JOSÉ ENRIQUE TORMO MUÑOZ. Presidente de GELA -Grupo Entomológico de Alicante-.
MODERA:
JOSÉ MARÍA PEREA: Periodista.
GALANTE: «SI DESAPARECIERAN LOS INSECTOS, LA TIERRA MORIRíA
ÁFRICA PRADO
Si desaparecieran los insectos, la Tierra moriría». La frase corresponde a Eduardo Galante, catedrático de Zoología y director del Centro Iberoamericano de la Biodiversidad, que fue el encargado de clausurar ayer la exposición de «Insectos de nuestro planeta», instalada en el Club INFORMACION con los fondos de GELA-Grupo Entomológico de Alicante.
Eduardo Galante, también presidente de la Asociación Española de Entomología, defendió a estos pequeños animales y destacó en su conferencia final la necesidad de conservar el patrimonio natural de los insectos dada su importancia en el mantenimiento del medio ambiente, en los ecosistemas terrestres y de agua dulce. «Los insectos son el grupo de seres vivos más abundante del planeta», apuntó el catedrático, tras indicar que, de los 1,7 millones de organismos vivos, más de un millón de las especies conocidas son insectos.
Galante subrayó su papel en los procesos de polinización, «más del 60% de las plantas mediterráneas es mantenida por insectos polinizadores, y también son responsables de un 30% del reciclaje de la materia orgánica del suelo». A su vez, afirmó que la cuenca mediterránea concentra la más alta diversidad de especies, tras recordar que miles de insectos emigran del centro de Europa al norte de África cada primavera y cada otoño para la protección de los ecosistemas, «ante una presión cada vez mayor de transformación urbanística de la costa y agresividad en la utilización de los insecticidas por el hombre».
La presión urbana conduce a la pérdida de especies, indicó el experto, quien señaló que «en la isla de Tabarca se han perdido seis especies en los últimos treinta años» y apuntó la necesidad de mantener la estructura natural del paisaje, en especial del agropecuario tradicional, para la conservación de insectos.
No obstante, Eduardo Galante admitió que la relación del hombre con los insectos, al igual que con los reptiles o ciertos animales, siempre ha sido de rechazo por cuestión evolutiva: «En la ciudad, uno rechaza más ver una araña en la pared que ir en coche a 200 kilómetros por hora».