En colaboración con la empresa exhibidora Luis Martínez Sánchez, S.A., el Centro de Estudios Monumental y la Distribuidora Alta Films
DEL DIRECTOR ARGENTINO ADOLFO ARISTARAIN
Aristarain es uno de los mayores directores del cine argentino. «Lugares comunes» sigue demostrando que es un perfecto narrador y un gran creador de personajes. En esta película continúa el viaje introspectivo que comenzó con «Un lugar en el mundo», aunque la realidad del mundo que le toca vivir -donde se lo siente incómodo-, se imbrica sólo al principio, dejando como verdadera columna del film una bella historia de amor entre personas maduras. No es un film cómodo, sino humano. Su conflicto, donde el tiempo es fundamental, deja al espectador con un poco de amargura y también algo de esperanza.
SIPNOSIS
Una pareja debe vender su apartamento para poder vivir y reciben como parte de pago una casa en la provincia de Córdoba, donde empiezan de nuevo, vuelven a tener ilusiones y proyectan un futuro para el cual ya no tienen tiempo.
PREESTRENO EN ALICANTE DE LUGARES COMUNES
El Club INFORMACION preestrena esta noche, a las 22.30 horas, en los cines Abaseis de Alicante, la película «Lugares comunes», de Adolfo Aristarain. Todas las invitaciones para asistir a la proyección están agotadas. Después de cinco años sin filmar, el realizador argentino Adolfo Aristarain culminó el rodaje de su largometraje número doce. Cuenta con la actuación de su actor «fetiche» Federico Luppi y la española Mercedes Sampietro, quien recibió el pasado sábado la Concha de Plata del Festival de Cine de San Sebastián a la mejor interpretación femenina por su papel en esta película que habla sobre lo que le sucede a un hombre que debe enfrentar una jubilación forzada. Además, la cinta también obtuvo en Donosti el Premio del Jurado al mejor guión. Federico Luppi interpreta en «Lugares comunes» a un profesor universitario que debe hacer frente, a los 60 años, a una jubilación forzosa, mientras que Mercedes Sampietro encarna a su esposa, una mujer dedicada a la asistencia social en barrios desfavorecidos.
«La película -declaró a Efe Aristarain- es más distendida que -Martín (Hache)-, más amable. No hay situaciones límite». Sin embargo, fue desmentido por Luppi: «Yo, como actor, llegaba virgen al rodaje -precisó- y, si bien es cierto que no es una película agónica, sí tiene situaciones límites».
Aristarain aclaró que «no se trata de una película de denuncia político-social, sino de una profunda historia de amor».
CRÍTICA: EMOCIONES QUE DEJAN HUELLA
A. DOPAZO
Uno no puede más que coincidir plenamente con el Jurado del Festival de San Sebastián y aplaudir que esta película se hiciera con el Premio del Jurado al Mejor Guión y con la Concha de Plata a la mejor interpretación femenina para Mercedes Sampietro. Ni siquiera hubiera sido injusto un galardón de más categoría. Estamos ante uno de esos productos entrañables y emotivos, que embarcan al espectador en un crucero de emociones y de descubrimientos salpicado de fascinantes singladuras. Es, por supuesto, la reafirmación de la categoría de un autor como Adolfo Aristarain que nos ha dado títulos de la talla de «Un lugar en el mundo» y «Martín (Hache)».
El único inconveniente que puede argüirse es que la densidad de los diálogos y de la voz en «off» del protagonista impiden, por su capacidad de acumulación, que el espectador asimile todo lo que oye. Y es que Aristarain ha metido mucho de sí mismo y de su utopía particular, como lo ha hecho en toda su obra -especialmente en «Un lugar en el mundo»-, reiterando que sus personajes son idealistas que a pesar de que están desplazados del mundo actual no han perdido la esperanza. O, al menos, no quieren perderla.
La descripción de los protagonistas, e incluso de los seres que les rodean, es tan precisa y sensible que la conexión entre ellos y el espectador es total. Tanto es así que este último vive parecidas reacciones que aquellos y siente en su alma episodios que, forzosamente, llegan al corazón.