En colaboración con la empresa exhibidora Vicente Espadas S.A. y la distribuidora Alta Films
INVITACIONES en el 965 98 90 90 a partir del martes 2 de noviembre de 11 a 14 horas y de 18 a 20 horas
DEL DIRECTOR JUAN JOSÉ CAMPANELLA
Interpretada por Ricardo Darín, Eduardo Blanco, Mercedes Morán y Valeria Bertucelli
SINOPSIS
En los carnavales de 1959 el Club Social y Deportivo Luna Llena de Avellaneda está en su mayor esplendor. Un acontecimiento inesperado nos traslada a la actualidad, donde vemos que se ha convertido en una sombra de lo que fue, demacrado y sosteniéndose a duras penas, venido a menos y con un grupo de integrantes de su comisión directiva que trata de sacarlo adelante, a pesar de los inconvenientes incesantes y cotidianos. El presente es un gimnasio con goteras, un bufé sin pretensiones y una enorme deuda con el municipio. El futuro no pinta mejor y cada vez son menos los socios.
Román Maldonado ha pasado los cuarenta y lleva trabajando por el club casi toda su vida, ahora como miembro de la comisión. Pero también sus propias grietas son cada vez más difíciles de disimular. Hasta que un día aparece la solución ideal como propuesta de otro antiguo socio: vender el club para instalar un casino. Quizás ha llegado el momento de tomar decisiones.
EL CLUB PREESTRENA «LUNA DE AVELLANEDA»
En «Luna de Avellaneda», la película que preestrena esta noche (22.30 h.) el Club INFORMACION en el cine Navas de Alicante, Juan José Campanella, elabora una metáfora de la decadencia de Argentina, con la que cierra la trilogía iniciada con «El mismo amor, la misma lluvia» y que continuó con la popular «El hijo de la novia».
«Cada una de las anteriores películas despertaba algunas preguntas que intentábamos contestar en la siguiente», explicó Campanella sobre esta cinta, protagonizada por Ricardo Darín, que abrió la Seminci de Valladolid.
«En ?El mismo amor la misma lluvia? el personaje central no tiene familia. ¿Qué pasa con su familia? nos preguntamos. Y la respuesta fue ?El hijo de la novia?. Y ahora, en ?Luna de Avellaneda? respondemos al hueco que dejaba la anterior y que era conocer la comunidad a la que pertenecía el protagonista».
«Luna de Avellaneda» es el nombre del club social que da título a la película y que, al principio, vemos en sus años de esplendor en los años cincuenta. Pero los años han convertido el lugar en un club decadente, inmerso en plena crisis. La única salida posible para sus socios es venderlo para ser convertido en un casino, pero eso supone perder todo los sueños que han ido siempre pegados al club.
CINE – CRÍTICA
SIN REPARO ALGUNO
ANTONIO DOPAZO
Una película como esta, que suscita la sonrisa pese a ser un drama y que llega tan adentro, solo puede ser fruto, al margen de la categoría de su realizador, de un equipo plenamente cohesionado y de un entorno y unos personajes que todos sus miembros conocen a la perfección. Presentada en la Semana de Valladolid, donde Ricardo Darín ganó el premio de interpretación, «Luna de Avellaneda» es una hermosa y sugestiva historia contada por los mismos nombres que hicieron posible «El mismo amor la misma lluvia» y «El hijo de la novia».
El director Juan José Campanella, su colaborador en el guión Fernando Castets y los actores Darín y Eduardo Blanco vuelven a la carga con una cinta que discurre entre la comedia y la tragedia con una asombrosa habilidad. Sus 146 minutos no pesarán nunca en el ánimo de un público metido de lleno en lo que está viendo. Tercera entrega de una no buscada trilogía sobre la clase media, cuyas dos primeras son la ya citadas, en esta ocasión Campanella, después de haberlo hecho sobre el individuo y sobre la familia, se aproxima a un sujeto plural, la comunidad en la que se desenvuelve el protagonista, Román, un idealista fuera de contexto. En las vicisitudes que vive este Club Deportivo y Social hay, tampoco de forma deliberada, una metáfora sobre la propia Argentina de los últimos tiempos. La decadencia, la falta de medios, las hipotecas económicas y la misma degradación de las instalaciones del edificio, junto a la única solución posible de salir del país, sugieren una reflexión que va más allá de su ámbito urbano.
Conseguir hacer reír en instantes realmente terribles, sin dejar por ello de golpear en el ánimo del espectador a renglón seguido, es una prueba de la categoría de un cineasta que nos enfrenta a seres llenos de vida y a historias que llegan al corazón. Eso y la enjundia de unos diálogos que no tienen desperdicio avalan un título que no admite reparo alguno.