Una película de ÉRIC BESNARD
A veces un pequeño accidente puede ser un golpe de suerte.
Una enternecedora comedia romántica sobre la encantadora fuerza de la atracción.
A veces un pequeño accidente puede ser un golpe de suerte.
Una enternecedora comedia romántica sobre la encantadora fuerza de la atracción.
SINOPSIS
Louise es dueña de una plantación de perales en la Provenza francesa. Desde que su marido murió, se ha tenido que encargar sola de todo el negocio. Sin embargo, el banco amenaza con embargarle el crédito, los clientes desconfían de sus capacidades como agricultora y, por si fuera poco, atropella a un desconocido delante de su casa.
Pierre, que así se llama el atropellado, parece ser un tanto especial. Exageradamente ordenado, desconcertantemente sincero, Pierre es un tipo extraño que disfruta citando número primos. Pierre, de gran sensibilidad, irrumpe estrepitosamente en la vida de Louise, le ayuda, por no decir que incordia, en el mercado vendiendo sus deliciosas peras. Tiene la sensación de que ha encontrado algo que pensaba que no llegaría nunca a echar de menos: un hogar.
Louise intenta mantenerlo fuera de su vida y de su roto corazón aunque no se deshará de Pierre tan fácilmente. La vida de Louise se ha puesto patas arriba sin explicarse porqué y esta racha de suerte amenaza con desaparecer otra vez.
FICHA ARTÍSTICA
Virginie: EFIRA Louise
Benjamin: LAVERNHE Pierre
Lucie: FAGEDET Emma
Léo: LORLEAC´H Felix
Hervé: PIERRE Jules
FICHA TÉCNICA
Dirección :Éric BESNARD
Guion: Éric BESNARD
Imagen: Philippe GUILBERT
Montaje: Yann DEDET
Música original: Christophe JULIEN
Producción: CAMERA ONE PULSAR PRODUCTIONS
Productores: Patrice LEDOUX y Michel SEYDOUX
En coproducción con TF1 DROITS AUDIOVISUELS UGC
NOTA DEL DIRECTOR
El proyecto surgió como una película sensorial; partí de esta idea, de olvidar un poco la narración, provocar un sentimiento. Soy guionista. A menudo para los demás y algunas veces para mis propias películas. Escribo mucho, con distintos propósitos y en distintos géneros, pero siempre con la voluntad de contar una historia, de ser comprendido por aquellos que la ven. Sin embargo, en este caso, quería otra cosa. Algo menos racional. Escribí tras un duelo. Quería trabajar en la detención del tiempo. La permeabilidad emocional. Resulta que, por motivos familiares, el autismo es un tema que conozco un poco. Mi mujer es psicóloga, por lo que ha trabajado con niños autistas. Ella me contaba anécdotas que me llamaban la atención y me puse a leer sobre el tema. Rápidamente, me pareció que un personaje que padeciera el síndrome de Asperger podría permitirme trabajar en los temas que me interesaban. Un personaje así se encuentra en un estado de hipersensibilidad hacia el mundo. Así debería ser un director de cine. Por lo tanto, si podía reflejar su mirada (o prestarle la mía), podría intentar hacer sentir lo que yo quería transmitir.