Mesa redonda
Entrada libre
Organiza: ALICANTE KALÍ
INTERVIENEN:
RICARDO BORULL NAVARRO. Maestro gitano de Valencia. Colectivo Enseñantes con gitanos.
ESTEBAN IBARRA. Presidente del movimiento contra la intolernacia.
DJILALI DICH. Del colectivo de Inmigrantes.
MODERA:
JOSÉ MARÍA PEREA. Periodista.
LAS ONGSs INSTAN A DENUNCIAR TODO TIPO DE RACISMO PORQUE ES UN DELITO
VICTORIA BUENO
Los ponentes de la mesa redonda celebrada el viernes en el Club INFORMACION sobre «Prácticas racistas, respuestas solidarias», pusieron el acento en la necesidad de llevar a los tribunales mediante denuncia cualquier caso de racismo que se sufra «porque aparte de ser un atraso, se trata de un delito», como precisó Esteban Ibarra, presidente de la ONG Movimiento contra la Intolerancia.
Ibarra advirtió de que la Unión Europea ha aprobado una nueva directiva «por la igualdad de trato para todos, es decir, colectivos étnicos, inmigrantes, mujeres, discapacitados…, que obliga a todos los países a crear un organismo vigilante para ello antes de junio de 2003». Por eso animó a todos los colectivos a reclamarlo ante el gobierno español constantemente «y a ser conscientes de que la lucha contra la intolerancia y el racismo es fundamentalmente legal».
Apuntó asimismo Ibarra que tras la definitiva derrota del racismo «biológico-hitleriano», tras la demostración de que el 98% de los genes humanos son iguales en todas las latitudes, surge ahora el «neo-racismo, que es cultural, de los prejuicios, que en tono astuto denominan ?diferencialismo? y en aras del cual se crean guetos».
En este sentido todos los ponentes coincidieron en destacar la existencia de estereotipos generales referidos tanto a los gitanos, históricamente, como más recientemente a los inmigrantes, sobre que «no se quieren integrar, son ellos los que tienen prejuicios, están vinculados siempre a las drogas, y otras muchas injusticias. Nuestra sociedad rezuma racismo y hay que denunciar porque es más difícil neutralizar un prejuicio que dividir un átomo, como dijo Einstein».
El profesor gitano en Valencia Ricardo Borull y el mediador social del Colectivo de Inmigrantes Djilali Dich de la Fundación Alicante Acoge, apuntaron por su parte experiencias personales sobre casos de racismo vividos por ellos y sus familias «como una losa las 24 horas del día», y coincidieron en señalar que en un principio les provocan «sentimientos irracionales que no puedes controlar» y que erradican «mediante el humor y la ironía para tratar de desdramatizar, porque suele provocarte que salgan los demonios que lleva uno dentro». Para Djilali la clave del racismo radica «en la pobreza, porque un moro rico es un jeque y un gitano artista tampoco es discriminado».
Miedo a lo que es diferente
Entre los asistentes al debate, que aplaudieron significativamente las tres intervenciones, una discapacitada que participó en el coloquio puso el acento en que ella también ha vivido «ese rechazo que contáis por el simple hecho de ser diferente. Los racistas lo que tienen es miedo a la diferencia, cuando el contraste de las culturas resulta tan enriquecedor». También se hizo referencia a la guía sanitaria para inmigrantes que denunció INFORMACION en su día «y que demuestra la falta de ética en las instituciones». Concluyeron apuntando que «integración no implica asimilación y pérdida de raíces».
«VINCULAR GITANOS E INMIGRANTES CON DELINCUENCIA ES EL PEOR MAL»
V. B.
La necesidad de reivindicar la memoria histórica del pueblo gitano fue otra de las claves apuntadas por los ponentes para «hacer frente a las manifestaciones de intolerancia en este país».
Apuntaron cómo en sus ordenanzas la Guardia Civil contemplaba la «persecución del pueblo gitano» como una de sus funciones, y llegaron a sugerir que a este colectivo se le debe una reparación similar a la de los judíos.
Además de denunciar que las estadísticas sobre la delincuencia no incluyan como hechos diferenciados los casos de racismo, cosa que sí se hace en Alemania, se alertó sobre la reciente vinculación «de inmigración a delincuencia, como antes se había hecho con los gitanos. Ése es el peor de los males, resulta irreparable y es injusto porque por la misma regla de tres, como el 80% de los delitos se deben a personas entre 15 y 30 años, se podría generalizar que todos los jóvenes son delincuentes, y eso no se hace», denunció Ibarra.
Por su parte, el profesor Borull criticó que para los casos de la quema de casas gitanas en Baracaldo y Almoradí «desde el PP se está bautizando el tema del racismo como hechos puntuales», y además se apuntó entre el público asistente que resulta revelador el hecho de que a nivel gubernamental la inmigración se derive al Ministerio del Interior, «vinculándolo desde un principio con cuestiones policiales. Debería encargarse a departamentos como Bienestar Social o de otro tipo, porque de esta forma se produce de entrada un estereotipo difícil de erradicar entre la sociedad, como un mensaje subliminal». Los propios ponentes abundaron en que dicho mensaje es «tan evidente» que «ya deja de ser subliminal».
ENTREVISTA A ESTEBAN IBARRA, PRESIDENTE DEL MOVIMIENTO CONTRA LA INTOLERANCIA
Para mucha gente representa la voz y la bandera de la solidaridad en España. Madrileño de 47 años, los últimos diez los ha dedicado al Movimiento contra la Intolerancia, una ONG que trabaja contra el racismo y la violencia con las armas de la convivencia democrática, la tolerancia y la defensa de los derechos humanos. «Soy un optimista racional», se define. El viernes intervino en el CLUB INFORMACION en un debate sobre prácticas racistas.
J. E. MUNERA
¿El rechazo al inmigrante es la forma más moderna de intolerancia en la sociedad española?
Sin duda. Y además es creciente. Hay una intolerancia xenófoba que se une a la histórica con el pueblo gitano, pero que en el caso de la inmigración es más reciente y también preocupante por la cantidad de prejuicios y factores negativos que se divulgan sin hacer una didáctica positiva del factor de la inmigración. O sea, el inmigrante aporta mucho para este país: no sólo riqueza económica, sino también cultural, y aquí lo que prevalece es el prejuicio y la identificación del inmigrante con la delincuencia.
En este caso, ¿intolerancia y racismo son términos equivalentes?
Sí. La intolerancia, en definitiva, implica la violación de la dignidad y de los derechos de las personas; es el marco mental sobre el que crece el racismo. A mí me gusta denominar al racismo como una de las caras de la intolerancia. Ésta tiene muchas caras: el racismo, la xenofobia, la violencia, el terrorismo,… pero en este caso el racismo parecía una lacra históricamente superada y nos encontramos con nuevas formas de racismo en el siglo XXI en un mundo que camina hacia la globalización y donde los flujos migratorios y la mezcla son una realidad.
¿Cómo valora la reciente asociación entre inmigracion e inseguridad?
A mí me parece muy peligrosa. Y así se lo hago llegar continuamente a los responsables institucionales. No negaremos que existe una delincuencia extranjera, pero me parece extraordinariamente injusto categorizar al colectivo de inmigrantes con el término delincuentes. Puede haber una delincuencia extranjera, entre 10.000 o 15.000 personas, como los hay nacionales, pero estamos hablando de un millón y medio de inmigrantes. Es terrorífico; es como si identificáramos a todos los jóvenes como delincuentes porque el 90 por ciento de los delitos los cometen individuos de 15 a 30 años. Es una barbaridad y yo le pido a los políticos que moderen su lenguaje, y si tienen que aludir a la delincuencia extranjera, que hablen de delincuencia extranjera, y no de inmigrantes, y que revisen las políticas de seguridad ciudadana, cuyo déficit es el que atrae a mafias y a delincuentes.
Lo que sí parece perder fuerza es el fenómeno de la violencia asociada al fútbol.
Así es, y hay que hablar de un momento crucial, que es el asesinato de Aitor Zabaleta. La reacción social e institucional que provocó llevó a una toma de conciencia sobre la peligrosidad de tener nidos de intolerancia en torno al fútbol. Pero eso no quiere decir que se haya erradicado. Hay que volver a reclamar a los presidentes de los clubes y a los organismos que supervisan la Liga que no den cobertura ni medios a estos grupos antidemocráticos. Aún está pendiente el juicio de Bastión (grupo de hinchas radicales del Atlético de Madrid implicado en el asesinato de Zabaleta). Será muy pedagógico por ser el primer juicio por asociación ilícita que se celebra en este país y tendremos la oportunidad de que la justicia mande el mensaje a esta gente que se organiza para agredir de que no tiene sitio en la sociedad.
Da la impresión de que nuestra sociedad acaba de descubrir otras formas de intolerancia en la violencia doméstica y el maltrato a menores.
Estamos en un modelo de sociedad en el que impera el individualismo y la violencia se cuela por la ventana de la televisión e Internet, se cuela el éxtasis y otras drogas que alteran la personalidad y la convivencia. Ante esto, la sociedad debe reaccionar porque el problema del siglo XXI tiene un nombre, y se llama intolerancia. Éste es el análisis que hace la ONU.
¿El caso de Oriente Medio es uno de los mayores exponentes?
Totalmente. Creo que vamos a asistir a muchas guerras locales y regionales y a lo que se ha llamado «guerras civiles moleculares», es decir, que en un barrio, en una población, en un metro puede haber un enfrentamiento en miniatura porque coinciden muchos colectivos, distintas religiones y sociedades y la convivencia multicultural hay que educarla. Esto hay que discutirlo sin sacar partido político.
Pese a todo, tiene la obligación de ser optimista…
Si no fuera optimista, no creería en el ser humano, que ha vencido sus crisis apoyándose en la solidaridad y el respeto mutuo.
Achicar el espacio al terror
Ibarra también se «moja» al hablar de la cuestión que más preocupa a los españoles: «El terrorismo es el símbolo de la intolerancia en nuestro país. Necesitamos una acción, no sólo judicial, policial y política, sino ciudadana. Hay que pedir a la gente que siga movilizada contra el terrorismo, al que derrotaremos aislándolo política y socialmente».
En este punto, aporta medidas concretas en los planos judicial y político: «Hay que apoyar públicamente al juez Garzón en la persecución de los terroristas y también apoyo la ilegalización de Batasuna porque me opongo a toda instancia que dé cobertura al nazismo, la violencia y el terrorismo. Se puede ser moderadamente optimista en el retroceso proetarra».
«España tiene una deuda moral con los gitanos
Esteban Ibarra defiende con ardor la integridad moral de los gitanos, uno de los colectivos, junto al de los inmigrantes, más rechazados por la sociedad española: «Ese rechazo sigue muy presente. Las encuestas siguen dando un nivel de prejuicio antigitano muy elevado. Y esto dice mucho del déficit educativo, tanto en materia de valores como en conocimiento de la historia de este pueblo. Un estudio con profesores revela que el 18% de los enseñantes considera que los gitanos son extranjeros. Esta sociedad tiene una deuda histórica y moral extraordinaria con este pueblo porque hasta 1978, hasta que no entramos en democracia y llegó la Constitución, estas personas no alcanzaron la condición de ciudadanía. Y durante siglos han sido perseguidos por su lengua, por su forma de vestir y por sus costumbres. Incluso han llegado a padecer gravísimas represiones y exterminios».
Y frente a tanta persecución y desprecio, Ibarra mantiene que los gitanos son un referente, incluso político: «Son un ejemplo de defensa de la identidad como pueblo sin necesidad de reivindicar un estado y sin ejercer la violencia. En el norte de España, los abertzales, que hablan de defender la identidad, podían aprender un poquito de este pueblo, que no ha recurrido a la violencia».