Nota: Sólo para socios abonados del Club INFORMACION
En colaboración con la distribuidora ALTA FILMS
Un film de MANUEL GUTIÉRREZ ARAGÓN
Protagonizada por Jorge Perugorría, Álex González, Broselianda Hernández, Ana Celia
SINÓPSIS
La Habana, años treinta. Ley seca en Estados Unidos. Contrabando de ron e inmigrantes desde Cuba para satisfacer los deseos de la puritana sociedad yanqui.
Andrés, un joven a la busca de una oportunidad, trabaja para el contrabandista Simón. En una de las operaciones, Andrés es testigo de las malas artes de Simón con su carga humana.
Marie es una joven prostituta francesa que ejerce su profesión no sin cierto placer. Es una joven alocada, que se mueve siguiendo los instintos más primarios, y que ha decidido que su vida debe estar marcada por la sinceridad. Andrés está enamorado de ella y planea llevársela a París para comenzar una nueva vida juntos.
EXQUISITA CON REPAROS
A.DOPAZO
Reitera el exquisito tacto del director para adentrarse en una atmósfera y un ambiente concretos, en este caso la Cuba prerrevolucionaria de los años cincuenta, pero también denota sus limitaciones, al menos de un tiempo a esta parte, para dotar de la intensidad dramática idónea a unos personajes que no tienen todo el aliento necesario. El caso es que Manuel Gutiérrez Aragón no consigue pulir como sería de desear una historia que combina las aventuras, el drama romántico y el relato de época marcada por un personaje cortado a la medida del cubano Jorge Perugorría.
Esta segunda película del director cántabro sobre tema cubano, tras «Cosas que dejé en La Habana», que dirigió en 1997, le ha permitido colaborar de nuevo con el guionista caribeño Senel Paz, responsable entre otros de «Fresa y chocolate» y «Lista de espera», que garantiza la conexión de la trama con una Cuba intemporal y sin referencias políticas que se abre al espectador con el «Érase una vez» de los cuentos. Es un contexto con función de mero decorado en el que se mueve un rufián, Simón, que se ha convertido en un tipo poderoso con el contrabando de personas, a las que traslada desde Cuba a Nueva York, aunque en realidad las abandona en un cayo perdido, y con una elegante mansión de señoritas que no es otra cosa que un burdel encubierto.
Los muy rentables «negocios» de este tipo van a verse en serio riesgo cuando aparece en su vida un joven de origen español, Andrés, que comete dos osadías, ganarse primero su confianza y enamorarse de la preciosa Marie, una pupila de apenas 16 años que era propiedad privada de Simón. Se establece de esta forma un triángulo clásico, que discurre por los senderos que el espectador prevé, destinado a acentuar los tonos dramáticos y a aumentar la tensión en unos minutos finales forjados con los materiales clásicos del melodrama.
Rodada enteramente en Cuba, que no puede recrearse en exceso porque ha de dar la impronta de los años previos a la revolución, su estética está por encima de su vitalidad. Sin reparo alguno en una impecable ambientación, incluida una música que es decisiva en lo que vemos, sí en cambio presenta inconvenientes en la modelación de
unos individuos que son más arquetipos que seres de carne y hueso.
