ENTRADA POR INVITACION
Dirigida por Judd Apatow
Interpretada por Steve Carell, Catherine Keener, Paul Rudd y Romany Malco
En colaboración con la empresa exhibidora Vicente Espadas, S.A. y la distribuidora UIP
SINOPSIS
Es la historia de un hombre de cuarenta años llamado Andy Stitzer (Steve Carell), quien trabaja en un local de productos electrónicos, vive en una casa llena de muñecos de colección con sus envoltorios originales, tiene video juegos de última tecnología y se traslada al trabajo (el único lugar que justifica la salida de su casa) en bicicleta. Como si todo esto no fuese lo suficientemente «triste», este hombre además no ha estado nunca con una mujer (en la cama, se entiende). Cuando sus compañeros de trabajo descubren esto, intentan ayudarlo llevándolo a fiestas, armándole citas en hoteles, le dan consejos sobre las mujeres, aunque no siempre de los mejores. Y aunque parezca todo lo contrario, casi sin esfuerzo nuestro cuarentón logra encuentros, las mujeres lo miran, e incluso lo invitan a pasar la noche con ellas. Pero esto no será suficiente para que Andy deje de ser virgen. A medida que se suceden las secuencias del film, nos damos cuenta que el suyo no es un problema de virilidad, tampoco es timidez, miedo u homosexualidad reprimida. El problema tiene que ver con que no se enamoró nunca de ninguna mujer, y no dejará de ser virgen hasta que eso no suceda.
CINE – CRÍTICA
ANTONIO DOPAZO
Ofrece motivos para la sonrisa y la diversión y aunque también cae en ocasiones en lo vulgar y en un más que dudoso humor, esta comedia norteamericana puede calificarse de agradable sorpresa. Sobre todo porque sus responsables, el director Judd Apatow y el actor y guionista Steve Carell, ambos a su vez productores, debutan en el largometraje sin credenciales previas que hicieran concebir demasiadas esperanzas. Es evidente, sin embargo, que tienen algunas claves para suscitar la sonrisa y para sacar partido de situaciones que revelan un conocimiento del terreno que pisan. Por eso su gran éxito en Estados Unidos puede repetirse, con matices, entre nosotros.
El elemento fundamental es, por supuesto, el protagonista, un tipo realmente curioso que a sus 40 años se mantiene virgen. En la caracterización del mismo y en su comportamiento se apoyan buena parte de los mejores recursos de la película. Steve Carell sale airoso del desafío al respecto y logra aportar ese toque de empatía con el auditorio que permite que se le contemple, en efecto, como un individuo incapaz de hacer el amor con las mujeres. Encerrado en su mundo, con su colección de guerreros y superhéroes en miniaturas y su tendencia a la soledad, Andy se encuentra a las puertas de la madurez sin haber disfrutado jamás del sexo en compañía.
Es cuando esta circunstancia sale a la luz, en una partida de poker con tres compañeros de trabajo, cuando suena la alarma. Aquéllos, asombrados por lo que han descubierto, no están dispuestos a que esa situación se prolongue y tratan de darle un apresurado curso que le permita perder para siempre su virginidad.
