DE VICENT BLANES
Abierta hasta el 19 de marzo de 2014
Horario: de lunes a viernes, de 17.30 a 21.30 horas. Sábados, domingos y festivos, de 11 a 14 horas
PAISAJES, IMPRESIONES, HUMANOS
FERNANDO ABAD
Periodista y escritor
Dicen que fueron los franceses, pero además del esforzado puntillismo de Georges Seurat, o del neoclasicismo costumbrista de Édouard Manet, o sobre todo aparte de aquel cuadro de Claude Monet titulado “Impresión, sol naciente”, que tanto llamara la atención en aquella exposición de 1874 que organizase el fotógrafo Gaspard-Félix Tournachon, al que la historia del arte registra como Nadar, también existió el inglés John Constable, quien atrapaba con preciosismo fotográfico las evoluciones atmosféricas reflejadas en los charcos y riachuelos de un bucólico valle de Denham, en el condado de Suffolk, intermitentemente sombreado por las eternas nubes británicas.
O ese fantasmal barco de vela, “El Temerario”, que era vulgarmente arrastrado a su postrero viaje por un oscuro y humeante remolcador en un célebre cuadro de Joseph Mallord William Turner, quien casi abrazó la abstracción al mostrarnos a través de la lluvia y la niebla un tren, el Great Western Railway, quizá el primero de la historia de la pintura, gracias a un poético juego de manchas y color al que llamó “Lluvia, vapor y velocidad”. En todo caso, ingleses y franceses aportaban un detalle crucial: se trataba de cuadros tomados al natural que trataban, y en los casos descritos o sugeridos lo conseguían, de pintar el aire, la atmósfera.
Vicent Blanes (Onil, 1964), en la treintena de acuarelas que muestra ahora en el Club Información, evidencia primero que su anterior aprendizaje en la Escuela Superior de Arte, en Alcoi, le ha imbuido del conocimiento académico necesario para bucear en tales mimbres pictóricas, pero son ante todo su oficio, su técnica y su alma artística, no lo olvidemos, los elementos que le permiten esta aventura que, para empezar, rompe bastantes moldes con su obra anterior, presente y quién sabe si futura. Y no me refiero ahora a que se trate de unos cuadros en un formato, generalmente de 50 por 70, poco habitual en estos casos.
Para empezar, en estos apuntes atrapados al natural, aprehendedores de la atmósfera de lo retratado y que viran del bosquejo realista más clásico a lo pre-abstracto, como William Turner, para entendernos, el paisaje prima tanto sobre el paisanaje que incluso se evita este último. Y esto resulta peculiar en la creación de un autor para el que la figura humana deviene fundamental, desde el cómic naturalista hasta el humorístico como apoyo a la noticia en prensa, de la caricatura al carboncillo casi fotográfico, del figurativismo a la abstracción. Parece que Blanes, viajero impenitente que nos regala estos personales trozos de realidad tomados a pie de camino, se haya impuesto el envite de mostrarnos esta vez no a los humanos en sí, sino su presencia inserta en el paisaje, su impronta. En el fondo, quién lo iba a decir, continúa siendo un humanista.
SU «AURORA TIERNA»
ADRIÁN ESPÍ VALDÉS
Académico C. de las Reales Academias de Bellas Artes de Valencia, Madrid, Barcelona y Sevilla
El oficio, es decir, el dominio de una técnica o unos procedimientos es más que necesario en todo proceso creativo -música, literatura, manifestaciones plásticas-, pero el tiempo me ha llevado a pensar que la sensibilidad, el sentido estético propio y, desde luego, la entrega y el amor, puede que resulten factores mucho más importantes que ese mismo oficio aprendido con las horas y los años.
Vicente Blanes, el artista para quien deseo enviar estas líneas y trazar un breve perfil, es un artista nato, muy metido en el mundo del dibujo, la caricatura, la ilustración, y de una manera muy especial, la fragilísima -y a la vez robusta- variedad de la pintura al agua, la acuarela, que registra obras maestras y que en verso excepcionalmente bello definió, realmente, el poeta y también pintor Rafael Alberti:
A ti, ninfa de acequias y atanores,
alivio de la sed de los colores,
alma ligera, cuerpo de premura?
Con formación adecuada en los centros artísticos alcoyanos, él, que es de Onil, inicia a partir de 1980 su presencia en muestras, algunas de ellas individuales, dándose a conocer como viñetista, realizador de carteles, como el que anuncia la Feria del Libro de Alicante en 1995; siendo, igualmente, dibujante en el periodo 1999-2004 del diario “El Mundo” edición de la Comunidad Valenciana, y colaborando en guías y periódicos. Así es menester citar, entre otros, Guía del Ocio de Alicante, “Escaparate” de Ibi, “El periódico de Alicante”, “El Gratis de Alcoy”, etcétera.
Pero quiero volver al campo de la acuarela, “su” acuarela. Vicente Blanes Valero parece que juega y se divierte, y hace sus cabriolas y sus caligrafías vibrátiles sobre el blanco del papel. Las veladuras, las transparencias, ese “alivio de la sed de los colores” se crece en cada tema, en sus paisajes urbanos o en esos otros de rías y de mar, donde el agua juega con el agua, encontrando en este hecho intimista y creativo el verdadero instinto y las auténticas sensaciones que él, el artista, lleva dentro, que desarrolla con excepcional virtuosismo. Y todo le fluye, y apresa las formas y la luz. Y si el arte constituye una de las condiciones de la vida humana, en Vicente Blanes -juventud apasionada- es un arte pujante y vivo, ágil, suelto, que se ajusta a la mancha, pero sin dejar de recoger en sus pinceles aquello que es necesario para transmitir al espectador , la representación gráfica y cromática del “asunto”, del tema: “Antequera”, “Toledo”…
Decía Kandinsky que “Todo artista como creador ha de expresar lo que le es propio”. Y Vicente Blanes lo tiene claro: es su “aurora tierna”, sensible, capaz de ofrecernos belleza en el tiempo y el espacio, la realidad en todas sus formas, usando color y agua.