Permanecerá abierta del 8 de mayo al 3 de junio
Horario: de lunes a viernes de 17.30 a 21 horas; sábados, domingos y festivos de 11 a 14 horas
¿QUIÉN ES JORDI LABANDA?
Jordi Labanda nacio en Uruguay en 1968, pero vive en Barcelona desde los treas años de edad. Aqui, estudio diseño industrial, pero al acabar decidió dedicarse a la ilustración. Se recluyó una temporada entre las cuatro paredes de su estudio y de ahí nacieron los primero esbozos coloristas de ese estilo Labanda que hoy tantos imitan.
Convencido por un amigo se plantó en Nueva York con su carpeta de dibujos y decidió mostrarlos a diferentes publicaciones. A los pocos dias, el New York Times llamaba a su puerta y le recomendaba una ilustración para su revista dominical. Desde hace tres años colabora también con la publicación inglesa Wallpaper sin descuidar sus puntuales citas en las ediciones Españolas.
JORDI LABANDA EXPONE MEDIO CENTENAR DE SUS OBRAS EN EL CLUB INFORMACION
Jordi Labanda visita mañana Alicante en persona y con su obra. «Si te he visto no me acuerdo», exposición de más de medio centenar de ilustraciones que recoge buena parte de sus trabajos publicados en la revista «Magazine», que entrega los domingos este diario, se inaugura mañana, a las siete de la tarde, en el Club INFORMACION de Alicante con un coloquio con el propio artista que presenta José María Perea, director del Club. Jordi Labanda es un ilustrador, un fenómeno, una marca y una estética tan reconocible y única como imitada. El artista nació en Mercedes (Uruguay) en 1968, aunque vive en Barcelona desde los 3 años. Estudió Diseño Industrial y comenzó su carrera como ilustrador comercial en 1993. En estos catorce años su proyección internacional, su consolidación dentro de la industria y su carrera han sido fulgurantes.
Ha publicado en «Wallpaper», «Marie Claire», «Elle», «Vogue» y «The New York Times», ha trabajado para marcas como Zara, American Express, Robert Allen o Knoll International y tiene su propia línea de moda y tienda en Barcelona. Es el ilustrador más famoso de España y alrededor de su estética ha cuajado un fenómeno fan. La exposición, organizada por «Magazine», estará abierta desde mañana hasta el 3 de junio, con horario al público de 17.30 a 21.30 horas de lunes a viernes. Los sábados, domingos y festivos, de 11.00 a 14.00 horas.
La exposición «Si te he visto no me acuerdo» se puede ver y leer. Los originales son expuestos con los textos que complementan la ilustración, toques humorísticos del género «oneliner» que desarrolló hasta hacerlo canónico «The New Yorker ». Sobre su humor, Labanda ha dicho: «No busco la carcajada, busco la sonrisa o la reflexión; no me gusta enrollarme sino ser preciso».
Labanda, que bebe en la estética de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, cuando coinciden la época de la opulencia estadounidense y el fin de la posguerra mundial en Europa, tiene un sentido de la ilustración tradicional que trabaja por completo a mano con gouache y pinceles, algo a lo que muchos de sus colegas renuncian en favor de las técnicas de ordenador que han hecho desaparecer el original, porque emplean, desde el principio, medios electrónicos o entintan y colorean por ordenador. Contra eso, Labanda concede mucha importancia a lo manual y al original resultante. «El dibujo es la mano. Sólo uso el ordenador para comunicarme». Los cuadros que componen la exposición son todos de su propiedad. «Me han llegado a ofrecer cheques en blanco por mis originales. Pero no los vendo. Les tengo mucho cariño, no por lo que puedan valer, sino por el esfuerzo y trabajo que hay en cada uno de ellos». Jordi Labanda tiene dos libros publicados. «Hey Day», un volumen que recoge sus principales ilustraciones para revistas nacionales e internacionales y que lleva 20.000 ejemplares vendidos en todo el mundo, y «Si te he visto no me acuerdo», que recopila la página de humor de «Magazine».
JORDI LABANDA TRAE SU COLECCIÓN «SI TE HE VISTO NO ME ACUERDO» AL CLUB INFORMACION
Medio centenar de sus dibujos, publicados todos ellos en la revista «Magazine», que INFORMACION ofrece a sus lectores los domingos, conforman la exposición «Si te he visto no me acuerdo», que Jordi Labanda muestra que se inaugura hoy en el Club INFORMACION. Será el propio artista el que presente sus trabajos, a través de un coloquio que protagonizará con los asistentes al acto.
La exposición, que estará abierta hasta el próximo 3 de junio, ofrece un interesante recorrido por la trayectoria de este artistas, convertido en ilustrador y en una marca, ya que ha creado su propio colección de ropa y de complementos.
Jordi Labanda nació en Uruguay en 1968, pero reside en Barcelona desde los tres años. Ha publicado en Wallpaper, Marie Claire, Elle, Vogue y hasta en The New York Times, además de trabajar para marcas de ropa de prestigio internacional. Este dibujante ha publicado dos libros, «Hey day», del que se han vendido 20.000 ejemplares, y el que da nombre a esta exposición.
JORDI LABANDA PRESENTA SU MUNDO «MÁS QUE FASHION, CONTEMPORÁNEO»
CRISTINA MARTÍNEZ
Fue cuestión de romper el hielo y de esperar a que Jordi Labanda cogiese el rotulador y empezase a hacer lo que verdaderamente sabe y le gusta: ilustrar con un dibujo personalizado cada dedicatoria del catálogo de la exposición. Y es que la timidez de este artista catalán de adopción (nació en Uruguay, pero a los 3 años se vino a España) se fue venciendo al tiempo que el público que asistió al Club INFORMACION empezaba a hacer preguntas. Después todo fue coser y cantar.
La exposición abrió sus puertas tras un coloquio con el público que asistió a la presentación. «Si te he visto no me acuerdo» es el título de esta muestra, que reúne medio centenar de dibujos que el ilustrador ha publicado desde hace 9 años en las páginas del «Magazine», revista que INFORMACION ofrece a sus lectores los domingos junto al periódico.
Habló del placer que supone para él trabajar «dibujando lo que yo quiero, con una libertad que para un ilustrador es algo esencial» y con la presión que supone un medio de comunicación, «una prisa que a mí me estimula».
Labanda, que ha trabajado para numerosas publicaciones extranjeras, entre ellas The New York Times, confirmó que no vende sus dibujos porque «el fruto de mi trabajo es la reproducción y no tengo necesidad, además cada ilustración es como un hijo».
Se emocionó cuando una asistente al acto le dijo que lo primero que hace su familia los domingos es leer la viñeta de «Magazine», porque se identifican con lo que pasa «aunque no tanto con la ropa porque son demasiado fashion», aseguraba. Y el ilustrador respondía: «Que alguien empiece el domingo viendo mi sección es muy bonito. Siempre me he preocupado por dar a mis personajes una connotación más que fashion, contemporánea, es el reflejo del tiempo que me toca vivir, por eso me preocupa dotar de un entorno y una estética a mis pesonajes».
Contó que cuando empezó «no tenía la técnica depurada de ahora, pero siempre he sentido afinidad por la estética de los cincuenta y sesenta, aunque siempre mezclado con la actualidad».
Alguien preguntó sobre «los otros Jordi Labanda», es decir, de aquellos que le imitan. «Antes me molestaba, ahora me da igual. Lo peor es que la gente copia mal y eso me da rabia, no he visto nada mío copiado que me parezca que se ha hecho bien».
El dibujante aseguró que tarde entre dos y tres horas en hacer una de sus viñetas, que sigue trabajando a mano, no con ordenador, «porque he desarrollado una técnica manual muy rápida», y que, como buen artista, no quiere saber nada de negocios ni de facturas. «No he nacido para los números.
DEDICATORIAS CON DIBUJO Y MUCHA GENTE JOVEN
Allí, sentado ante una mesa, en uno de los laterales de la sala de exposiciones del Club, es donde Jordi Labanda estaba cómodo. Con su rotulador en la mano, rodeado de mucha gente joven y mientras el público visitaba la muestra con sus viñetas, atendió una a una a todas las personas que guardaron turno durante una hora y media para que les firmase el catálogo de la exposición o el recorte de una de sus viñetas o una libreta o un monedero recién comprado con alguno de sus dibujos. Incluso medio centenar de recortes de las ilustraciones publicadas en el «Magazine», ordenadas y clasificadas debidamente. No firmó todas, pero casi. Y se hizo muchas fotos. Con móvil, con cámaras… No escatimó ni un segundo de su tiempo. A la firma con dedicatoria incluida, añadió este artista un dibujo personalizado para cada uno de sus numerosos admiradores: algunas de sus famosas caras estilizadas con estilosos sombreros o sofisticados peinados o gafas negras o modernos pendientes.
ENTREVISTA A JORDI LABANDA
Ilustrador y autor de la muestra «Si te he visto no me acuerdo» que se expone en el Club INFORMACION
«BUSCO QUE LA GENTE PIENSE, NO QUE SE PARTA DE RISA»
CRISTINA MARTÍNEZ
La sofisticación de sus personajes es inversamente proporcional a la discreción con la que Jordi Labanda se mueve y habla. Aunque más que hablar parece que le gusta escuchar. Sobre todo a aquellos a los que pacientemente firma viñetas o agendas o libros. Así lo demostró esta misma semana en el Club INFORMACION, donde inauguró su exposición «Si te he visto no me acuerdo», que reúne medio centenar de los cerca de trescientos trabajos publicados en la revista «Magazine» desde 1999. «Me gustan mucho los refranes y cómo condensan una idea. Además tienen mucho que ver con mi sentido del humor, conmigo… como pasando de todo. También con el hecho de mirar, de ver, de pasar página y olvidar».
¿Recuerda cuál fue su primer dibujo? ¿Cuando era niño?
Yo desde que tengo conciencia, me recuerdo con un boli en la mano. Siempre tengo el recuerdo de mí mismo dibujando y luego tus padres que te cuentan que desde pequeño lo hacías. Me acuerdo de que dibujaba chicas ya de pequeño. Yo siempre era el que mejor dibujaba de la clase y los márgenes de mis libros y libretas siempre estaban llenas de dibujitos y de chorradas. Pero era un alumno bastante discreto, nunca me he hecho notar.
Estudió Diseño Industrial y comenzó su carrera como ilustrador comercial en 1993. ¿Cómo se inició en el mundo de las viñetas y por qué?
Como siempre me había gustado dibujar y como me gusta también mucho la prensa, me pareció una buena manera de juntar estas dos cosas que me atraían tanto. Y fue un poco por poder publicar mis dibujos en revistas y periódicos. Nunca me planteé hacer cómic… De hecho con el tiempo he acabado haciendo otras cosas, pero derivadas de esto. Ahora soy diseñador de moda, pero es que en el fondo siempre lo había sido. Desde el momento en que me puse a dibujar ya era consciente de que mis personajes tenían que ir vestidos de una forma diferente para que la gente, además del mensaje del dibujo, recibiese un mensaje extra.
Se considera ilustrador, dibujante, humorista, diseñador…
Ilustrador. La verdad es que me considero ilustrador ante todo.
Sus dibujos superan la estética y van acompañados de un texto. ¿Qué busca con esa doble propuesta?
Escribir los textos es un extra que me ha dado la oportunidad de poder exteriorizar algo que estaba ahí y me parece chulo que me den la oportunidad de expresarme de otra manera diferente y parece que ha gustado.
¿El humor es un fin o un vehículo?
Es un vehículo. En el fondo, humor humor tampoco es, es más pensamiento, ironía… Yo no busco que la gente se parta de risa, es más hacer pensar o reflexionar, es un vehículo.
¿Por qué cree que tiene tanto éxito la estética que usted propone?
Creo que estamos en una era muy visual y mi trabajo tiene una función un poco escapista. Por una parte se ha juntado un momento en que socialmente interesa mucho la estética, la moda, la decoración. Y por otro, pasan cosas, la gente va apurada y todo parece un poco apocalíptico. Mi trabajo puede servir para escapar un poco de todo esto. De repente es como las películas de los 60, las comedias de Blake Edwards, que te hacen soñar en otro mundo.
¿Intenta que la gente se identifique con sus personajes o crea una realidad paralela?
Por las estadísticas que manejo (sonríe), la gente se identifica bastante y eso es interesante, quiere decir que la gente tiene ganas de soñar y de pensar en otras cosas. Creo que el éxito de lo que yo hago es una comunicación muy fuerte con la gente, eso quiere decir que consume ese mensaje, lo procesa y lo asimila.
Su estilo ha creado tendencia, sus dibujos están en complementos, en ropa, en interiores de coches…
Empecé también de una manera bastante normal. Un día llegó un señor y me dijo que si quería hacer libretas y le dije que vale. Y ya está. Luego vino un señor que hacía bolis y me hizo lo mismo. Luego vino un señor que hacía ropa y fue igual. Tampoco es algo pretendido o planificado. He ido diciendo que sí a proyectos que me han parecido interesante.
¿Con cuál se queda?
Con la ropa. Es algo más personal, no es algo plano. Además, en el tema de la moda hay mucho que decir todavía. Estoy muy ilusionado con esto, me estoy involucrando cada vez más con el diseño. Lo que pasa es que aún me falta experiencia. Una cosa es saber de moda y otra es ponerse.
Su experiencia en publicaciones internacionales, como The New Yorker, The New York Times o Vogue, ha sido fundamental.
Por supuesto, pero es lo mismo. A mí me da igual que me encargue algo The New York Times, que La Vanguardia o que una revista gratuita. Siempre he hecho un poco lo que he querido, nunca me ha sobrepasado el encargo. Es un proceso en el que lo único que cambia es el idioma.
¿Y los lectores?
Yo creo que mi mensaje es bastante universal, en mi caso la gracia es un poco esa, que lo que yo intento contar le llega lo mismo a alguien de Alicante que a alguien de Hong Kong o de Moscú. Nunca tengo que hacer muchos esfuerzos de traducción estilística.
¿Cómo ve el mundo de la ilustración y el del arte?
Bien, bien. Lo veo muy bien, de hecho para la ilustración es un momento muy chulo, la gente es muy creativa, y ha crecido muchísimo la industria que soporta la ilustración. Hoy en día podemos ver ilustración cubriendo un móvil o en las paredes de los restaurante… mil cosas. Y el arte está en un momento para mí excelente, porque hay mucha creatividad, muchas ganas de hacer cosas nuevas y mucho coleccionista también. De hecho, el arte en España se ha convertido un poco en la última moda, lo «cool» es tener arte, consumir arte y que sepan que compras arte. De hecho ARCO es para mucha gente una cita social.
Usted sigue trabajando a mano, con gouaches y pinceles, el ordenador no es lo suyo.
La verdad es que no. El ordenador lo uso para enviar mail. Dibujo a mano. Es que no sé utilizar el ordenador, no me llama la atención. No lo hago porque no me interesa. Nunca me lo tomé como una declaración de principios, lo que pasa es que con el tiempo, al final acaba siendo así. Cuando ves que todo el mundo lo hace o que el hecho de que tú al trabajar a mano seas un bicho raro, de repente sí que es una declaración de principios. A mí, el tema manual me gusta y me siento cómodo. Además tardó unas tres horas en hacer cada viñeta, creo que he desarrollado una técnica manual muy rápida.
Sus personajes son como Audrey Hepburn o Doris Day, muy de los 50 y 60, aunque a ellos se les ve más modernos. No sólo muestran una actitud o una situación sino que marcan estilo con sus ropas, sus peinados, la decoración de sus casas. ¿Cree que se parece algo al mundo actual?
No es premeditado. Es lo que estaba en mi cabeza desde siempre. Yo voy mezclando cosas declaradamente retro con cosas actuales. Creo que ese es uno de los secretos. Al final haces un poco de estilista. A veces te apetece vestir a los personajes de tus dibujos como si salieran de una película de Doris Day y otras parece que salen… pues de una tienda de Prada. Por eso mi trabajo yo creo que resulta moderno porque hay una preocupación por no ser demasiado retro tampoco, no me interesa recrearme en la nostalgia.
¿Qué puede hacer un artista como usted para luchar contra la violencia, las guerras, el sufrimiento, el hambre, el cambio climático…?
A ver, mi trabajo no es ese. Hay gente que lo hace mejor que yo y se dedica más a esos temas. Cuando hay algo que no me gusta intento hablar de ello, pero tampoco es mi objetivo. Y cuando hago denuncia lo hago de una forma velada. En el global de mi trabajo planea cierta crítica a la sociedad de consumo. Pero me considero más un observador que un crítico.
Dígame cuál es la revolución particular de Jordi Labanda, por qué causa lucha y por cuál se implicaría.
Cualquier cosa que me haga sentir mal. Pero no quiero dar nombres. Realmente lo que sí suelo hacer es ayudar cuando alguien me pide algo para echar una mano por algo. Considero que mi manera de ayudar es, no dar pasta, sino contribuir con mi trabajo.
Ahora que estamos en campaña electoral, ¿la política le inspira para dibujar?
La política me inspira demasiado. Me tengo que frenar muchas veces porque pasan cosas tan tremendas, tienen tanto morro en general, que convertiría mis dibujos en una sección política, pero no quiero. Me inspira mucho y casi siempre para mal. Es que pasan cosas que dices «joder». Y los políticos en campaña me dan mucha más rabia. Es como si alguien decidiera que se pone el traje de los domingos durante un periodo de tiempo y luego se pasean en bata por casa. Me ponen un poco nervioso.
¿Qué le tiene que ofrecer un partido político para confiar en él?
Honestidad. Honestidad y frescura. Que me parezca que su discurso no lo he escuchado mil veces.
¿Y de eso hay?
Bueno (risas)… A ver, encontrar frescura en política es difícil. Es algo que pasa una vez cada equis tiempo y creo que cuando pasa la gente lo suele premiar. Y honestidad, bueno, es como el valor en el servicio militar, que se le supone. Para mí son dos cosas que me interesan de la política, sobre todo honestidad, que no me sienta estafado.
Pues con la crispación actual…
Es un efecto ping-pong. Yo creo que al final esa crispación es como cuando unos padres se pelean y creen que no afecta a sus hijos, y al final sus hijos acaban siendo como esponjas, son los grandes perdedores de la historia. En política es lo mismo, los «padres de la patria» se pelean y perdemos sus hijos, y eso crea miedos y desconfianza, como que tus padres no son superman y superwoman, y eso no es bueno.
En la política veo que no cree, ¿y en el hombre?
Yo quiero creer en la gente, yo soy muy optimista con el ser humano. Siempre quiero creer que vamos a tener un mundo mejor o al menos me gusta pensarlo. Las cosas se pueden hacer mejor.
¿Qué le gustaría que la gente dijese después de ver sus dibujos?
(Silencio) No lo sé. Es que nunca pienso en esas cosas. Pues que se sienten mejor, que les ha hecho pensar, eso sería lo mejor. Creo que la gente tiene que pensar más.
Un tema que nunca reflejaría en sus viñetas.
Ninguno. No hay tema que no pueda ser tratado con una óptica diferente. Todo es susceptible de ser criticado o ensalzado. Eso es la libertad de prensa, ¿no?