DATOS DEL EVENTO

  • EMPIEZA
    09-03-2000
  • TERMINA
    01-01-1970

Dirigida por Lasse Hallström

Ganadora de dos globos de oro al mejor actor secundario (Michael Caine) y al mejor guión (John Irving) con siete nominaciones al Oscar

Por gentileza de la empresa exhibidora Vicente Espadas, S.A. y de la distribuidora Lauren Films

CRÍTICA CINE

ANTONIO DOPAZO

La mejor adaptación de una novela
de John Irving, uno de los
escritores más prestigiosos de la
narrativa norteamericana, y uno
de los títulos más sensibles y hermosos
salidos de los estudios de
Hollywood en los últimos meses.
Con sus siete nominaciones a los
oscars, incluyendo los de mejor
película y director, presente también
en la sección oficial del Festival
de Venecia, «Las normas de
la casa de la sidra» es ese tipo de
melodrama repleto de ternura y
de lirismo que cuida de forma escrupulosa
su factura estética. El
director sueco Lasse Hallstrom
confirma cualidades que ya había
reiterado en «Mi vida como un
perro» y «A quién ama Gilbert
Grape».

Como todos los textos de Irving,
éste de «Príncipe de Maine,
reyes de Nueva Inglaterra», título
más apropiado que el que se le
ha dado en cine, aborda cuestiones
como la identidad del individuo,
la familia, el amor y la búsqueda
de un camino en la vida.
El que utilice estos elementos a
partir de la figura de un joven
que se convierte en adulto implica
que la película se convierta,
asimismo, en un vehículo iniciático
que permite que un individuo
que ha vivido siempre tutelado
en un orfanato deba abrirse
por sí solo a la experiencia del
mundo exterior.

Ambientada en los años treinta
y cuarenta, la cámara nos introduce
en el interior del orfanato
de St. Cloud, en Maine, donde el
joven Homer Wells ha crecido al
amparo del doctor Wilburch
Lach, hasta el punto de convertirse
en un perfecto cirujano, sin
haber realizado ningún tipo de
estudios, que ayuda en los partos
y abortos que aquél práctica. A
pesar de que la interrupción del
embarazo no es legal y Homer
no está decidido a colaborar en
esa tarea, el ginecólogo piensa
que es una solución para evitar
dramas posteriores. Ese es uno
de los motivos, junto al afán de
conocer lo que existe fuera de las
paredes que le han acogido siempre,
que llevan a Homer a decidir
marcharse del orfanato y emprender
una nueva existencia.

La segunda parte de la cinta,
que justifica el título, convierte al
protagonista en un recolector de
manzanas de una plantación dedicada
a la fabricación de sidra.
Ha logrado ese puesto gracias a
una pareja, un piloto y su novia,
a los que ha conocido cuando ella
abortaba en el orfanato y que se
han prestado a llevarlo en su coche.

Son los años de la segunda
guerra mundial y la ausencial del
piloto permite que la relación entre
Homer y la novia de aquél,
Candy, se vaya estrechando hasta
convertirse en un romance que
representa para él su primera experiencia
amorosa. La fase de su
aprendizaje ha terminado y es ya
un hombre en todo el sentido del
término.

A pesar de que la salida de Homer
de su antiguo hogar supone
un cambio radical en el film,
nunca se margina el orfanato y
las referencias al doctor Wilburch
Larch siguen siendo puntuales.

Datos informativos

Fecha inicio : 09-03-2000

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