Entrada por invitación
En colaboración con la empresa exhibidora Luis Martínez Sánchez, S.A., el Centro de Estudios Monumental y la distribuidora Alta Films
Del director JOAQUIN ORISTRELL
PREMIO ARTE EN EL FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN 2003
Sinopsis:
El primer actor de una compañía de teatro en gira por España muere en un accidente de coche. Un nuevo actor, Jorge Ruiz (Juan Diego Botto), viene a relevarle. Es guapo, joven y revolucionario. Su llegada crea tensión, celos y desconfianza en el resto del reparto, especialmente en Mario Soto (Javier Cámara), que es el encargado de dirigirle en ausencia del autor del montaje, ocupado con una ópera para el Teatro Real de Madrid. Ya en el primer ensayo de la obra en cuestión: la Comedia sin título, de Federico García Lorca, las personalidades de ambos chocan de frente. Carmen Morante (Elvira Mínguez), primera actriz de la compañía, y Laura G. Reyna (María Botto), que fue amante secreta del fallecido, son testigos de la pugna entre ambos.
Por si eso fuera poco, el recién llegado trae un conflicto añadido: la lectura al final de la función de un manifiesto a favor de la paz. Mario cuestiona esa decisión. La compañía se divide.
Tras la primera representación del sustituto en un pueblo perdido en un punto indefinido del país, la compañía queda en el cuarto de Carmen para ver juntos la gala de los Goya.
CRÍTICA CINE
A. DOPAZO
Una apuesta por el compromiso y por la toma de conciencia del colectivo de los actores españoles en su afán por alzar su grito en contra de la guerra de Irak. En su cuarto largometraje, Joaquín Oristrell ha reafirmado la progresiva madurez de su cine, ya evidente en la hasta ahora su mejor cinta, «Sin vergüenza», y ha sacado adelante un experimento que va ganando en intensidad y en emotividad a medida que avanza la proyección, consolidándose finalmente merced al soberbio trabajo de los cuatro protagonistas y a la coherencia de un discurso que ellos mismos han considerado, con evidente propiedad, obligado.
Presentada en el Festival de San Sebastián en una sección especial, «Los abajo firmantes» no es un producto al uso en nuestra industria, ni por su planteamiento y contenido, abiertamente crítico con el sistema y con una administración que teóricamente la subvenciona, ni por su gestación. De hecho estamos ante el resultado de los ensayos, improvisaciones y aportaciones de los cuatro actores que llevan todo el peso de la historia y del director, de modo que los cinco aparecen como responsables del guión. Como base de esa experiencia se han utilizado textos de García Lorca, concretamente de su última obra, «Comedia sin título», adaptada a la coyuntura de la sociedad actual.
Todo transcurre en muy pocas horas, después de que un joven actor, Jorge, se incorpore a una compañía que actúa en provincias. España vive inmersa en la polémica de una guerra inminente contra Irak contra la que la inmensa mayoría se ha declarado en contra. El dilema es decidir si los actores han de pronunciar al final de la representación un manifiesto de condena de la misma al igual que hacen otros muchos sectores sociales.
Las cuestiones personales, los temas profesionales y la polémica de este conflicto generan un mosaico de situaciones profundamente dramáticas pero que no desdeñan ese toque de humor tan específico del realizador que contribuye, paradójicamente, a reforzar la tensión.
