DATOS DEL EVENTO

  • EMPIEZA
    03-02-2000
  • TERMINA
    01-01-1970

Del director de «Shine», el australiano Scott Hicks, sobre una adaptación del best-seller de David Guterson

Interpretada por Ethan Hawke, James Cromwell, Richard Jenkins y Sam Shepard

Por gentileza de la empresa exhibidora Vicente Espadas, S.A. y de la distribuidora UIP

CRÍTICA CINE

ANTONIO DOPAZO

Estéticamente notable, con una
fotografía soberbia que recrea
unos paisajes preciosos a menudo
nevados, esta adaptación del
best-seller de David Guterson no
está a la misma altura en el plano
dramático. El realizador australiano
Scott Hicks, que debe su prestigio
al éxito de público y crítica
de «Shine», no ha logrado cruzar
ese delicado umbral que consolida
la coherencia entre imágenes y
contenido, entre lo que se ve y lo
que se siente. De ahí que «Mientras
nieva sobre los cedros» sea
un melodrama judicial, con elementos
románticos, desigual y
falto de aliento
en algunos momentos
que no
llega a configurar
esa emotividad que exigían un
buen número de situaciones.

Estos defectos hay que atribuirlos,
sin duda, a un director que
no ha sabido cuidar con tanto mimo
la estructura dramática de la
cinta como la factura visual. El
virtuosismo que se advierte en este
último aspecto, con abundancia
de planos detalle y una amplia
gama de recursos en la planificación,
no está suficientemente
compensado, por ejemplo, con la
caracterización de unos personajes
que acusan una cierta frialdad.
Hay, asimismo, una considerable
falta de química en la historia
de amor de los protagonistas,
un norteamericano y una japonesa,
cuando son adolescentes
y, en general, el drama que viven
los nipones en Estados Unidos
tras el bombardeo de Pearl Harbour
en la segunda guerra mundial,
reflejado por Alan Parker en
«Bienvenido al paraíso», da la impresión
de sufrir de una ligera
anemia.

Las intervenciones de Max Von
Sydow, el abogado defensor, elevan
esporádicamente el pulso de
un film que tiene también virtudes
evidentes a la hora de mostrar
datos de la marginación y el
racismo que sufrieron los japoneses
norteamericanos cuando su
país entró en guerra con Estados
Unidos y que dieron lugar al éxodo
de miles de ellos a campos de
concentración. Pero aun así, las
dos horas largas de proyección
pesan en algún momento en el
público, consecuencia de que
Hicks no ha sabido medir la temperatura
dramática adecuada. Algo
que también se contempla en
la poco vibrante labor de los actores,
excepción hecha del citado
Max Von Sydow, que da una lección
de clase y veteranía a todos.

Datos informativos

Fecha inicio : 03-02-2000

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