DATOS DEL EVENTO

  • EMPIEZA
    03-09-1999
  • TERMINA
    01-01-1970

Dirigida por Lasse Hallström

Con la asistencia del director LUIS GARCÍA BERLANGA y de los intérpretes JAVIER GURRUCHAGA y CRISTINA COLLADO

Por gentileza de la empresa exhibidora Vicente Espadas, S.A. y de la distribuidora UIP

CRÍTICA CINE

ANTONIO DOPAZO

Un grito casi desesperado de un cineasta que en la hora de la recapitulación no sólo serena sus ánimos, sino que crispa todavía más su discurso. Amarga, cruel, irreverente y con un marcado pesimismo en sus imágenes, podría considerarse como la expresión de un hedonista que ya no tiene sitio en este mundo. La que puede ser última película de Luis García Berlanga, si hacemos caso a sus declaraciones, cierra con un regusto amargo una filmografía que ha dado al cine español algunos de los títulos más importantes de todos los tiempos. El autor de «Bienvenido mister Marshall», «El verdugo» y «Plácido» sigue teniendo una ilimitada capacidad para burlarse de otdo cuanto le rodea y para formar una historia incómoda para todos.

Podría considerarse, en efecto, como el alarido de un libertario que se siente incómodo en su entorno, que tiene probablemente mala conciencia de algunas cosas que ha hecho y que no quiere dejarse domesticar bajo ningún concepto por nada que huela a poder, estatus o administración. ?París-Tombuctú» puede que decepcione a un sector del público, porque no busca la risa fácil ni juega con elementos atractivos o vistosos. Muy al contrario, enseña lo feo y lo ruín del ser huamno, planteando como única alternativa a la importancia el suicidio o una huida a lo imposible.

Un guión madurado a lo largo de varios años, y en el que han intervenido numerosas plumas, sirve para establecer las bases de este terrible y pesimista alegato.

No es casualidad que haya elegido a Piccoli como protagonista, puesto que el personaje tiene muchas cosas del que el propio actor galo interpretó en 1973 en otro filme de Berlanga, «Tamaño natural». Incorpora a un médico maduro y hedonista que al sentir los efectos irremisibles de la impotencia opta por suicidarse. En el último momento, sin embargo, cambiará esa solución por la de emprender un viaje en bicicleta desde París hasta Tombuctú, en Africa. Un itinerario imposible que le lleva a atravesar España y a pernoctar los últimos días del milenio en la ciudad valenciana de Calabuch (homenaje, sin ninguna duda, a su entrañable película de los años cincuenta).

Los días que pasa en este microclima serán sumamente reveladores y contribuyen a dar al filme ese aspecto de comedia coral que tanto agrada al realizador. Especial relevancia adquieren tipos como los hijos de la famracéutica (Amparo Soler Leal en su mejor salsa), que está empeñada en que los dos, una mujer sensual y extrovertida (una soberbia Concha Velasco) y un hombre entregado a las perversiones, son descendientes directos del torero Manolete: un sacerdote en libertad provisional convicto de asesinato, un anarquista alérgico a la ropa que sueña con la acción directa y el dueño de una fábrica de sanitarios que ha creado el modelo futurista del 2001.

Un coro de seres que arrastran frustraciones diversas y que, paradójicamente, contribuyen a que el visitante francés se sienta a gusto entre ellos.

Hay un paisaje valenciano, con alusiones directas a todo un panorama sociológico-cultural-festivo, que está siempre presente, con incursiones de moros y cristianos, dieta mediterránea, parques temáticos y reivindicación del nudismo. Pero, por encima de eso, está la desesperanza, la mala uva y la agresividad. Un «mensaje», si puede llamarse así, desolador y desesperado, el de un cineasta que ha querido terminar su obra lejos de cualquier signo de hijo pródigo, con una agresividad tan inusitada como militante.

Datos informativos

Fecha inicio : 03-09-1999

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