En colaboración con la Universidad Permanente
INTERVIENE:
JUAN GABRIEL PALLARÉS. Vicepresidente de la Sociedad Geográfica Española
PRESENTA Y MODERA:
JOSÉ MARÍA PEREA. Periodista
LA UNIÓN EUROPEA QUIERE PROTEGER LAS MONTAÑAS DE LA MARINA BAIXA
VICENT IVARS
El proyecto de protección de diversos parajes montañosos de la Marina Baixa que tiene sobre la mesa la Unión Europea fue uno de los argumentos que remarcó Juan Gabriel Pallarés, periodista y vicepresidente de la Sociedad Geográfica Española, en su conferencia «Una geografía para el siglo XXI: el Atlas Mundial para espacios naturales».
El valor forestal, faunístico o paisajístico de la Marina Baixa que la UE considera de necesaria protección, según manifestó Pallarés, abarca un arco delimitado por el Peñón de Ifach y la Isla de Benidorm, y en cuyo trazado figuran macizos montañosos como la sierra de Bèrnia, l´Aixordà, la Serrella, Aitana, Ponoig, Puig Campana y los acantilados de Serra Gelada.
Esta relación de espacios naturales forma parte del trabajo «Red Europa 2000» que la dirección general de Medio Ambiente de la UE se encuentra realizando, y que vendrá aponer orden en el respeto ecológico a estas zonas, a través de los fondos económicos que provengan del organismo europeo.
Asimismo, Pallarés destacó la riqueza submarina de la «terreta» a través de islas menores, como la de Benidorm o Tabarca, así como Les Columbretes, a las que comparó con la belleza del Nilo en su desembocadura. Un total de 571 islas menores pueblan el Mediterráneo occidental, según estudios del ponente.
De hecho, la provincia de Alicante supuso el inicio de la conferencia de Pallarés, así como de su interés por la geografía, «cuya importancia descubrí, cuando era niño, en los libros de la casa de mi bisabuelo Gabriel Miró en Alicante». Dentro de este relato biográfico, Pallarés citó su experiencia periodística en el diario «El País» en la recopilación de la cartografía española: «Cuando comencé este proyecto, en 1987, en la Comunidad Valenciana no se sabía qué territorios había que conservar para sucesivas etapas de desarrollo».
Esta labor periodística significaría la comprobación de los presagios de Juan Gabriel Pallarés: «que estos temas interesaban enormemente a los lectores». En añadidura, esta etapa profesional también le condujo a recibir la propuesta de la ONU, acerca de un inventario de los espacios naturales del planeta que requieren protección. Se trata de un trabajo, de pronta finalización, que convocó a 800 especialistas en su primera reunión en Seattle, y que actualmente se está ejerciendo en todo el mundo. A Pallarés le fueron asignadas zonas de trabajo como la Patagonia chilena o la Columbia británica, en Canadá. «A cada geógrafo se le asigna una zona de trabajo lejana a fin de que no intervengan componentes sentimentales o personales en sus determinaciones».
Diversidad de fuentes
La labor cartográfica implica un acopio de información gubernamental -mapas militares, cartografía obtenida con satélites-, pero también de opiniones de ONGs ecologistas. «Estos inventarios se cederán a cada país, a fin de que puedan conocer sus propios parajes, y la preservación que deben ejercer, con lo cual podrán recibir fondos económicos para el desarrollo», afirmó.
El acto estuvo ilustrado con una proyección de diapositivas que mostraron la deslumbrante belleza de los vírgenes paisajes canadienses o chilenos, -fiordos, canales, bosques…- pero también la macabra huella de la deforestación practicada en estos lugares sobre «entornos de tanta riqueza como pueda ser el Amazonas». En este sentido, denunció la esquilmación que están sufriendo extensas zonas arbóreas de países en vías de desarrollo por parte de empresas madereras de países industrializados. Destacó la agresión «que sufre a gran escala la Siberia rusa, cuyo gobierno concede permisos».
De la misma manera, Juan Gabriel Pallarés también desveló la actitud de preservación de espacios naturales que se practica en América -«hacerlos visitables, a fin de que la sociedad pueda admirar la riqueza y la belleza de su patrimonio natural»- frente a la conducta usual en Europa, consistente en la ocultación de estos lugares, para no provocar la explotación de sus recursos».
